«Me fui de Swat con los ojos cerrados y ahora vuelvo con los ojos abiertos. Soy muy feliz. Mi sueño está cumplido». La Premio Nobel de la Paz Malala Yousafzai visitó ayer brevemente y entre fuertes medidas de seguridad su ciudad natal, Mingora, en el noroeste de Pakistán, por primera vez desde que en el 2012 un talibán le disparó en la cabeza por su defensa de la educación de las niñas. «Ha visitado con sus padres y su hermano su casa, donde permaneció durante un rato», explicó una fuente policial.

La joven activista, de 20 años, llegó a primera hora en un helicóptero militar con su familia a la ciudad del valle de Swat. Acompañada por la ministra de Información paquistaní, Marriyum Aurangzeb, se dirigió al Instituto de Cadetes Gali Bagh, centro educativo militar a unos 30 kilómetros de Mingora, donde se reunió con estudiantes en un encuentro. Su visita duró unas dos horas. «Cuánta alegría al ver a mi familia en casa, visitar a amigos y poner mis pies en este suelo otra vez», tuiteó.

Malala regresó el jueves a Pakistán, donde fue recibida por el Gobierno y las instituciones con honores, en su primer viaje a su país natal desde que le dispararon. La activista no pudo reprimir las lágrimas en un discurso televisado en la oficina del primer ministro, Shahid Jaqan Abasi, en el que dijo que volver a su país es un «sueño». La joven vive en el Reino Unido, donde fue evacuada tras la agresión del 2012, y ahora estudia en la Universidad de Oxford, pero ha expresado su deseo de regresar a Pakistán.

El Fondo Malala fue creado en el 2013 por esta y su padre, Ziaudín, como fundación para concienciar acerca del impacto social y económico que tiene la educación de las niñas. En el 2014, Malala se convirtió a sus 17 años en la Premio Nobel de la Paz más joven de la historia, galardón que compartió con Kailash Satyarthi, activista contra el trabajo infantil en la India.

Convertida en icono mundial, Malala no es sin embargo bienvenida por todos en su país, donde hay sectores que la consideran una traidora al servicio de intereses extranjeros para perjudicar a Pakistán. La principal asociación de escuelas privadas, con 200.000 centros afiliados, organizó una protesta el viernes bajo el lema Yo no soy Malala.