Se podía anticipar que el camino hacia un histórico encuentro entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder de Corea del Norte, Kim Jong-un, iba a ser mucho más complicado de lo que traslucía en mensajes simplistas precipitados que llegaron a incluir comentarios sobre un potencial premio Nobel de la paz. Los augurios se han cumplido. En los últimos días ha entrado en aguas turbulentas la travesía hacia la cumbre organizada para el 12 de junio en Singapur, en la que Washington pretende lograr la desnuclearización “completa, verificable e irreversible” de Pyonyang. Y este martes el presidente estadounidense ha reconocido que el cara a cara podría posponerse. “Puede que no salga adelante el 12 de junio”, ha dicho Trump en la Casa Blanca momentos antes de mantener una reunión con el presidente surcoreano, Moon Jae-in. “Quizá tenga lugar más adelante”.

En más de media hora de declaraciones a la prensa Trump no ha dado explicaciones ni detalles sobre las razones concretas que hacen que el encuentro esté en el aire, aunque sigue pensando que "hay buenas opciones de que haya reunión". No ha mencionado, por ejemplo, las maniobras militares conjuntas con Corea del Sur que Corea del Norte considera una provocación. Y tampoco se ha referido a las polémicas declaraciones que hizo el 13 de mayo su asesor de seguridad nacional, el halcón John Bolton, que sugirió que se podría usar en las negociaciones el “modelo libio”. Aquello resucitó los recuerdos no del plan del 2003 por el que Tripoli aceptó abandonar sus esfuerzos para tener un programa nuclear a cambio de un levantamiento de sanciones y abriendo la puerta a inspectores estadounidenses y británicos, sino de cómo acabó ocho años después Muanmar Gadafi, depuesto y asesinado por rebeldes apoyados por Washington.

Acusación a China

Lo que sí ha hecho Trump es lanzar una acusación indirecta pero clara contra el presidente de China, Xi Jinping, sugiriendo que ha influido en el endurecimiento de la posición de Kim hacia la cumbre, algo que ya hizo también la semana pasada. Trump ha recordado que el líder norcoreano “cambió de actitud” tras mantener un segundo encuentro con Xi, y ha añadido un “no me gusta”, aunque también se ha cuidado mucho de tensar en exceso las complejas relaciones con Pekín, especialmente en un momento en que han pactado una tregua en la guerra arancelaria. Trump ha definido a Xi como “un jugador de poker mundial de primera clase" y ha matizado su crítica. “No culpo a nadie, quizá no pasó nada”, ha dicho.