Sacerdotes y rabinos, imanes y clérigos de todas las confesiones religiosas de Estados Unidos podrán hacer política desde el púlpito sin exponerse a perder las exenciones fiscales que la ley concede a las organizaciones religiosas. Coincidiendo con el Día Nacional de Oración, Donald Trump ha firmado el decreto de “libertad religiosa”, que acaba con muchas de las restricciones impuestas al clero desde 1954. Bajo el nuevo marco regulatorio, las organizaciones religiosas podrán apoyar candidatos o posicionarse más abiertamente sobre las cuestiones políticas del momento, pero también permitirá a los empresarios alegar objeciones de conciencia para no incluir los anticonceptivos en las pólizas sanitarias de sus empleados. Varias organizaciones de derechos civiles ya han anunciado que recurrirán la nueva ley en los tribunales.

El decreto era una de las promesas de campaña del republicano, y le servirá para pagar el apoyo que le dieron los evangélicosdurante la campaña. Trump lo ha acompañado anunciando que elprimer viaje al extranjero de su presidencia hará escalas enArabia Saudí, Israel y el Vaticano, algo así como una peregrinación de corte ecuménico a las cunas santas de las tres grandes religiones monoteístas, aunque es presumible que los objetivos del viaje sean mucho más mundanos. El presidente de EEUU no es particularmente religioso, pero sí lo es su vicepresidente, Mike Pence, y Trump utilizó la religión durante la campaña para ganar votos.

En la práctica, el decreto de "libertad religiosa" no cambiará mucho las cosas porque si bien aquella ley de 1954, conocida como la Enmienda Johnson, prohíbe “completamente” a las organizaciones religiosas (libres de impuestos) intervenir “directa o indirectamente” en las campañas políticas a favor o en contra de cualquier candidato, raramente se ha aplicado. Solo hay que ver los sermones que circulan por internet o revisar la hemeroteca para comprobar que muchos lugares de culto son también centros de efervescencia política.

De hecho, según Newsweek, solo hay constancia de un caso en que la Hacienda Pública retiró las exenciones fiscales a una organización religiosa. Fue en 1992, cuando Branch Ministries, una iglesia de Nueva York, pagó varios anuncios en la prensa para pedir a los cristianos que no votaran por Bill Clinton.

SEPARACIÓN IGLESIA ESTADO

“No permitiremos nunca más que la gente de fe sea perseguida, acosada o silenciada”, ha dicho Trump al presentar el decreto en los jardines de la Casa Blanca. La gran mayoría de los estadounidenses no eran partidarios de cambiar la ley, uno de los pilares del principio de separación entre Iglesia y Estado. Un 71% se opone, según una encuesta del Pew Research Center de 2016. Entre los evangélicos blancos, solo apoya la reforma el 36%; entre los católicos, el 25%; entre los protestantes negros el 19%. El apoyo también es minoritario entre los líderes religiosos. Unos 1.300 enviaron recientemente una carta a la Casa Blanca pidiendo a Trump que se resistiera a firmar el decreto.