Donald Trump se ha dirigido al mundo musulmán en su primer gran discurso en el extranjero y ha pedido a sus líderes que tomen la iniciativa en la lucha contra el extremismo sin esperar a que Estados Unidos haya el trabajo por ellos. “Expulsadlos de vuestros lugares de culto, de vuestras comunidades, de vuestra tierra santa, expulsadlos de esta Tierra”, ha dicho el presidente estadounidense en la capital de Arabia Saudí.

Trump ha señalado que esta no es una guerra entre religiones o una guerra de civilizaciones, sino “un combate entre el bien y el mal”. Su discurso apenas ha contenido mención alguna a los derechos humanos o a otros problemas endémicos que sirven de caldo de cultivo para el terrorismo en los países de la región.

Trump ha agradecido los esfuerzos de países como Arabia Saudí, los Emiratos Árabes o Bahréin en la lucha contra el “extremismo islámico”, pero se ha mostrado durísimo con Irán, el único país musulmán, junto a Siria, al que ha reprendido durante el discurso.

CAOS EN LA REGIÓN

“Desde Líbano, a Irak o Yemen financia armas, entrena a terroristas y milicias, y extiende el caos en la región”, ha dicho el estadounidense antes de añadir que las “principales víctimas” del régimen de los ayatolás son sus ciudadanos. “Todas las naciones de Dios deben unirse para aislarlo”. La diatriba contra Teherán ha sido a buen seguro recogida con entusiasmo por sus anfitriones saudís, enzarzados en una lucha por la hegemonía regional contra sus rivales chiís.

"No estamos aquí para dar lecciones, no estamos aquí para decirle a otra gente cómo tiene que vivir, qué hacer, quién ser o cómo rezar", ha dicho Trump. "Estamos aquí para ofrecer una sociedad, basada en intereses y valores compartidos, para buscar un futuro mejor para todos".