Estados Unidos ha tomado medidas para ajustar cuentas con Rusia por sus supuestas maniobras para interferir en las pasadas elecciones estadounidenses. La Administración de Donald Trump anunció sanciones contra varias agencias de espionaje rusas y varios individuos a los que acusa de estar al frente de la campaña de desinformación lanzada durante la campaña electoral, así como de varios ciberataques que, en algunos casos, adquirieron alcance global. Las acciones punitivas llegaron un día después de que el Reino Unido expulsara de su territorio a 23 diplomáticos rusos como represalia por ataque con un agente nervioso contra un exespía ruso (y su hija) afincado en Londres, y el mismo día en que Alemania, Francia y Estados Unidos respaldaran la tesis británica que responsabiliza al Kremlin del intento de asesinato.

La escalada de acontecimientos, a la que Rusia ha prometido responder «pronto» con la expulsión de diplomáticos británicos de su territorio, está llamada a tensar todavía más la cuerda entre los dos polos que marcaron la guerra fría. Tanto Moscú como Washington están inmersos en una carrera para modernizar sus arsenales nucleares, compiten en bandos opuestos de la guerra siria y llevan tiempo enzarzados en intermitentes provocaciones militares en las lindes de Europa. Se vuelve a jugar con agresividad al ajedrez geopolítico. Y nada lo ejemplifica mejor desde el punto de vista occidental, como el aparente descaro con el que el Kremlin está tratando desestabilizar a sus rivales con el apoyo en campo ajeno a los movimientos xenófobos y populistas, las campañas de intoxicación para interferir en las elecciones de varios países o la presunta violación de la soberanía nacional británica para ajustar cuentas con sus exespías.

Con su reticencia a criticar a Rusia hiciera lo que hiciera, Trump había impedido que la temperatura se acercara al punto de ebullición, pero las presiones el aparato de seguridad y del Congreso le han obligado a mover ficha. Las sanciones anunciadas por el Departamento del Tesoro incluyen al Servicio de Seguridad Federal, el antiguo KGB, la inteligencia militar rusa o la llamada Agencia de Investigación de Internet, el organismo desde el que se habría coordinado la ofensiva de propaganda para apoyar la candidatura de Trump. «Estas sanciones son parte de un esfuerzo más amplio para contrarrestar los ataques nefarios que emanan de Rusia», dijo el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.

Las sanciones afectan a cinco entidades y 19 ciudadanos rusos, muchos de los cuales ya fueron imputados el mes pasado por el fiscal especial, Robert Mueller, que investiga la injerencia electoral y la posible cooperación del entorno de campaña de Trump con el Kremlin. Como castigo por sus actividades, no podrán entrar en el país; se congelarán sus activos en EEUU, si es que los tienen; y se prohibirá a empresas y ciudadanos norteamericanos que hagan negocios con cualquiera de ellos.

Las autoridades británicas han concluido que es «altamente probable» que Rusia sea responsable del ataque, dice el comunicado firmado conjuntamente por los líderes de EEUU, Francia, Alemania y Gran Bretaña. El texto califica el ataque como «un asalto contra la soberanía británica» y dice que es la primera vez desde el final de la segunda guerra mundial que se utiliza un agente nervioso en Europa con carácter ofensivo. También fue la primera vez que Donald Trump responsabiliza del envenenamiento a Rusia, aunque el presidenet evitó cualquier crítica al Kremlin.