Turquía inició ayer su anunciada ofensiva terrestre y aérea contra las milicias kurdas de las YPG, que controlan el cantón kurdo de Afrín, en el noroeste de Siria. Aviones de combate turcos empezaron a bombardear allí posiciones de las YPG -que Ankara considera «terroristas»-, mientras la artillería disparaba obuses contra ellas desde el otro lado de la frontera, en una operación vista con inquietud desde Washington y que abre un peligroso nuevo frente en la guerra civil siria.

«En este momento ha empezado una operación aérea para eliminar a los elementos del PKK / PYD y del Estado Islámico (EI) en Afrín», confirmó el primer ministro turco, Binali Yildirim, utilizando las siglas habituales para referirse a las Unidades de Protección Popular (YPG), que Ankara considera la rama siria del proscrito Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que mantiene la insurgencia armada en el sudeste de Turquía desde hace más de 30 años.

Según la agencia Anadolu, cazas turcos F-16 bombardearon un punto de observación de las YPG, y las explosiones se pudieron oír desde Turquía, además de poder observarse las columnas de humo. Las Fuerzas Armadas turcas confirmaron el inicio de la Operación Rama de Olivo contra Afrín «con el objetivo de asegurar la estabilidad y la seguridad fronteriza». «Se trata de neutralizar a los grupos terroristas del PKK-PYD-YPG y del Estado Islámico y salvar de la opresión al pueblo amigo y hermano de esta zona», afirmaron en un comunicado.

La operación militar turca inquieta especialmente a EEUU, ya que las YPG constituyen uno de sus principales aliados en la guerra contra el EI y han jugado un papel esencial en la expulsión del grupo yihadista de sus principales feudos en Siria. También a Rusia, que declaró su «preocupación» y pidió «contención» a Ankara, mientras el ministro de Exteriores sirio, Faisal Mekdal, afirmó el jueves que la aviación siria abatiría cualquier caza turco que penetrara en su espacio aéreo.