Ucrania, la antigua república soviética que tan solo hace cinco años parecía estar más cerca que nunca de formar parte de la Unión Europea (UE), elige hoy a su nuevo presidente en segunda vuelta. En las elecciones compiten el exprimer ministro prorruso, Víktor Yanukovich, y su eterna rival y actual primera ministra, Yulia Timoshenko, defensora de integrar a Ucrania en la Unión Europea.

Según los sondeos, Yanukovich, quien obtuvo un 35% de votos en la primera vuelta el 24 de enero, se presenta como favorito. Timoshenko, que logró el apoyo del 25% de los votantes, ha denunciado que se prepara un fraude y que en el caso de que los resultados den la victoria a su rival, sacará a la gente a la calle, como ocurrió en las elecciones del 2005 en la llamada Revolución Naranja.

Entonces, el actual presidente saliente, Víktor Yúschenko, y su aliada Timoshenko anularon los resultados electorales que garantizaban la presidencia a Yanukovich. En la repetición de la votación triunfó Yúschenko.

Cinco años después, parece claro que fue una victoria pírrica. Yúschenko no solo no ha podido conseguir ninguno de sus objetivos declarados, como la entrada a la UE y el ingreso a la OTAN, sino que ha sumido a Ucrania en una profunda crisis económica. Ese fue el precio que las autoridades ucranianas pagaron por independizarse política y económicamente de Rusia.

LOS RESPONSABLES DEL GAS La importancia estratégica de Ucrania consiste en que los gasoductos ucranianos transportan el 80% del gas ruso destinado a Europa. Se trata de nada menos que la quinta parte del gas que consumen los europeos.