El brexit empieza a quemar etapas y ayer consiguió superar el primer gran escollo en el proceso de divorcio. Sin sorpresas de última hora, los Veintisiete líderes de la UE constataron, tal y como propuso hace una semana el negociador europeo, Michel Barnier, que existen «progresos suficientes» para avanzar hacia la segunda fase. Es decir, para empezar a preparar tanto el periodo transitorio como la relación comercial futura. Antes, la primera ministra británica, Theresa May, tendrá que concretar y aclarar qué tipo de relaciones quiere su país con la UE tras el divorcio.

«Los líderes de la UE acuerdan pasar a la segunda fase de las negociaciones del brexit. Felicidades a Theresa May», anunció el presidente de la UE, Donald Tusk, en su cuenta de Twitter.

La pelota pasa de nuevo a manos de Londres y Bruselas. A la capital británica a la espera de las oportunas aclaraciones, y a Bruselas para que Barnier ponga negro sobre blanco, en un texto legal, el pacto político cerrado el pasado viernes sobre los tres asuntos prioritarios de la negociación, tras una maratoniana última ronda de negociaciones: los derechos de los ciudadanos, la factura del divorcio y el compromiso para encontrar una solución a la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte.

Ante las dudas de los últimos días sobre la validez del «acuerdo entre caballeros» cerrado por Barnier y el negociador británico, David Davis, y por si hubiera intenciones al otro lado del canal de la Mancha de reabrir la discusión, la UE ha optado por subrayar que solo empezarán a hablar de la futura relación comercial si las condiciones del divorcio se cumplen. «Las negociaciones en la segunda fase solo podrán progresar si todos los compromisos aprobados durante la primera fase se respetan plenamente y se trasladan en términos legales lo antes posible», señala el documento de directrices aprobado por los líderes de la UE.

MARZO, FECHA CLAVE / Según el calendario fijado, las conversaciones comerciales no podrán empezar antes de marzo del 2018. Dicho de otra forma, la premier británica tiene hasta entonces para aclarar y definir su postura.

Se trata de una fase que deberá estar «claramente definida y limitada en el tiempo», en la que el Reino Unido deberá seguir contribuyendo al presupuesto de la UE, respetando la reglamentación y legislación europea bajo la tutela del Tribunal de Justicia de la UE, y participando en el mercado único y la unión aduanera respetando por tanto las cuatro libertades fundamentales, incluida la libre circulación de personas. Lo que no tendrá Theresa May es ni voz ni voto en el Consejo ni representación institucional.

A esta cumbre sobre el brexit, como es habitual, no asistió la primera ministra británica, que abandonaba la sede del Consejo Europeo de madrugada con un subidón para su autoestima. Y es que nada mejor que un aplauso y buenas palabras para levantar a alguien el ánimo. May lo necesitaba tras el revés del miércoles en la Cámara de los Comunes, que obliga a su Gobierno a someter el acuerdo al Parlamento.

El gesto partió de la cancillera alemana, Angela Merkel. «Hubo aplauso porque algunos pensamos que había hechos grandes esfuerzos y había que reconocerlos», explicó ayer el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. Ahora, recordó, toca formalizar la salida. El siguiente paso: que Londres concrete en las próximas semanas el tipo de relación futura que quiere. La UE de momento no se moja y solo confirma su deseo de establecer «una asociación estrecha».