El derrumbe de un túnel en la zona donde Corea del Norte efectúa sus pruebas nucleares ha matado a unas 200 personas. El accidente no se ha conocido a través de la agencia de noticias KCNA, pertinaz trovadora de los éxitos armamentistas patrios, ni ha merecido todavía que rescaten de nuevo del retiro a la septuagenaria Ri Chun-hee, la eterna y entusiasta presentadora televisiva oficial del régimen norcoreano. Las informaciones llegan procedentes de una televisión japonesa que cita a fuentes norcoreanas sin identificar. Seúl carece aún de información para confirmar el accidente.

El accidente se produjo cuando unos operarios estaban construyendo un nuevo túnel en las instalaciones de Punggye-ri, escenario de los seis ensayos nucleares desde el 2006. Una primera explosión habría matado a un centenar de operarios, según la cadena Asahi TV. La segunda habría matado al otro centenar que había acudido para rescatar a los atrapados.

Las fuentes aseguran que la tragedia ocurrió el mes pasado, apenas unos días después de que Corea del Norte practicase su último y más exitoso ensayo nuclear. Consistió, según el régimen, en la detonación de una bomba de hidrógeno que pretende calzar en un misil intercontinental. Los expertos japoneses calcularon una potencia de un centenar de kilotones, ocho veces superior a la lanzada por Estados Unidos en Hiroshima en 1945.

CORRIMIENTOS DE TIERRAS / El silo nuclear de Punggye-ri está excavado en las entrañas del monte Mantap, que tiene una altura de 2.200 metros. Las estaciones geológicas extranjeras detectaron tras la última detonación una serie de réplicas que evidenciaban la inestabilidad de las estructuras e imágenes de satélite captadas por la vecina Corea del Sur mostraron varios corrimientos de tierras.

Las voces de alarma se habían multiplicado desde entonces. El diario The Washington Post advertía semanas atrás de que el «síndrome de montaña cansada» podría causar su colapso parcial o total en caso de nueva detonación. La Administración Meteorológica de Corea (Seúl) también advirtió el lunes de que su derrumbe podría provocar una fuga de materiales radioactivos a la atmósfera. También habían expresado miedos similares científicos de China, en cuyas ciudades fronterizas se sintieron con claridad los temblores del ensayo de septiembre.

La construcción del nuevo túnel en el que se produjo el accidente sugiere que Corea del Norte era consciente del peligro y pretendía mover la base de sus operaciones nucleares a la ladera oriental de la montaña.

La tragedia revela de nuevo que la febril carrera armamentista del presidente Kim Jong-un supone una amenaza más cercana y tangible para los norcoreanos que para el resto del mundo. Imágenes de satélite han mostrado explosiones de misiles en sus lanzaderas que mataron a varios operarios.