Austria se ha despertado este lunes lista para negociar un nuevo Gobierno. Después de que este domingo el Partido Popular (ÖVP) se alzase como gran ganador gracias a la candidatura personalista del joven Sebastian Kurz, conocido como el Macron austriaco, la acomodada república transalpina se prepara para formar un Ejecutivo en el que el ultraderechista Partido por la Libertad (FPÖ) tiene muchas posibilidades de entrar. De ser así, los nacionalistas xenófobos volverían al poder 12 años después, ahora de la mano de un político con pasado neonazi como Heinz-Christian Strache.

Hasta ahora, ha habido cierta confusión con el escrutinio. Según los institutos demoscópicos que proyectan resultados, los conservadores se impondrían con el 31,6% de los votos, seguidos por los socialdemócratas (SPÖ) con el 26,9% y la ultraderecha con el 26%. Estas proyecciones incluyen los casi 900.000 votos por correo. Por su lado, el Ministerio del Interior ha publicado otras cifras que cambian el orden y en las que tras los populares (31,4%) se sitúan los ultraderechistas (27,4%) en segunda plaza y los socialdemócratas (26,7%) en la tercera. En este cálculo falta el voto postal, que se escrutará hasta el jueves.

Más allá de los resultados finales, el camino está aplanado para que el FPÖ vuelva a asumir cuotas de poder por primera vez desde el 2002. La rotura de la anterior coalición con el SPÖ parece apuntar a una nueva alianza gubernamental de los conservadores con los islamófobos, un posible pacto unido por una agenda antiinmigratoria compartida. Con Kurz, los conservadores se han marcado como objetivos combatir el islam político, multar a los inmigrantes que no participen en cursos de integración y endurecer el sistema de asilo, coincidiendo en tono y contenido con la extrema derecha. “Un 60% ha votado el programa del FPÖ”, ha asegurado Strache, líder de los ultranacionalistas y potencial vicecanciller. Durante la campaña acusó reiteradamente a Kurz de copiarles el mensaje.

Negociaciones a dos bandas

A pesar de este choque por intentar captar el voto islamófobo, ambos partidos van de la mano en la idea de gobernar una Austria más cerrada a los refugiados, menos solidaria con los extranjeros y menos inclusiva en el proyecto europeo. Entre las posibles peticiones de los ultras para entrar en el Gobierno, se especula con la intención de hacerse con importantes carteras como Defensa o Justicia. Strache, quien apunta a ser vicecanciller, también podría convertirse en ministro del Interior. Norbert Hofer, candidato ultra que perdió las presidenciales de diciembre ‘in extremis’, podría ocupar Asuntos Exteriores o Infraestructuras. Felicitados por la vecina formación extremista Alternativa para Alemania (AfD) por unos resultados que consideran un “baluarte contra la invasión masiva”, el FPÖ se ha mostrado dispuesto a hablar con todas las partes.

Los socialdemócratas no quieren quedarse de brazos cruzados. Un día después de los comicios, la directiva del SPÖ ha votado a favor de empezar negociaciones con la extrema derecha, un gesto que rompe la tradición de darles la espalda y actuar como cordón sanitario seguida desde hace más de 30 años y que revela cómo la islamofobia ha marcado la agenda política del país en los últimos años. El canciller saliente y líder del SPÖ, Christian Kern, ha tendido la mano a ambas derechas. Significativamente, los populistas han conquistado un 54% del voto obrero, tradicionalmente rojo. Aunque tras el éxito de Kurz parece poco probable, el FPÖ podría explorar una alianza con los socialdemócratas que solo se ha dado una vez en la historia del país, en 1983.