El comienzo del siglo XXI está viviendo el mayor movimiento de personas de la Historia reciente. Y las fuerzas políticas que explotan el atávico miedo al otro y el rechazo a las costumbres foráneas están ocasionando que un fantasma recorra todos los rincones del mundo: el fantasma de la xenofobia.

COSTA RICA / La habitualmente tranquila sociedad costarricense protagonizó a finales de agosto la mayor manifestación xenófoba en la capital, San José, en protesta por el aumento espectacular de llegadas de nicaragüenses que huyen de la represión desatada por el régimen tambaleante de Daniel Ortega. Como en situaciones similares en otros países, atizó el odio al inmigrante una batería de bulos malintencionados sobre supuestos tratos de favor de las autoridades costarricenses a los nicas en detrimento de los ticos autóctonos que necesitan ayudas sociales. Desde el estallido de las revueltas en Managua, se han recibido más de 23.000 peticiones de asilo en Costa Rica.

ÉXODO VENEZOLANO / Cientos de miles de venezolanos han cruzado las fronteras terrestres hacia Colombia, Brasil, Ecuador, Perú e incluso Argentina y Chile. Donde se han creado más tensiones ha sido en la ciudad brasileña de Pacaraima, en el depauperado estado de Roraima. El asalto con violencia a un comerciante local por cuatro venezolanos, según la versión policial, degeneró en graves disturbios que obligaron al presidente interino de Brasil, Michel Temer, a enviar a más de un millar de soldados para impermeabilizar la frontera y calmar los ánimos. La presión de la opinión pública ha obligado a Perú y Ecuador a endurecer los requisitos burocráticos para pasar las fronteras.

SUDÁFRICA / Cuatro personas murieron y 27 fueron detenidas la semana pasada durante la última ola de violencia desatada entre sudafricanos e inmigrantes en los arrabales de Soweto (Johannesburgo). Las muertes se produjeron cuando comerciantes extranjeros intentaban evitar a tiros que sus tiendas fueran saqueadas por sudafricanos airados por el asesinato de un hombre supuestamente a manos de un extranjero. La emergente Sudáfrica acoge a millones de expatriados de Zimbabue, Malaui, Mozambique y otros países africanos y asiáticos.

LOS ROHINYÁS DE BANGLADÉS / La mayoría del millón de rohinyás que huyeron de la campaña de limpieza étnica birmana -calificada de genocidio por la ONU- se mudaron el año pasado a asentamientos de refugiados en Cox’s Bazar, una ciudad costera cuyas playas solían ser el principal destino turístico de Bangladés. Renuentes a este abrupto seísmo demográfico en uno de los países más pobres de Asia, las autoridades bangladesís quieren evitar que los rohinyás se asimilen a la población local y en los campamentos se educa en inglés y birmano, pero no en bengalí y a los refugiados se les prohíbe la ciudadanía bangladesí por nacimiento o matrimonio.

AUSTRALIA / La decisión de Donald Trump de separar a los padres de los hijos que pasaban irregularmente de México a Estados Unidos indignó a la opinión pública mundial. Aunque es menos sabido, el Gobierno de Australia actúa igual y desde hace más tiempo que el presidente norteamericano si bien el drama apenas se conoce en sus antípodas. Hay al menos 35 inmigrantes cuyas familias están repartidas entre las islas Nauru, Manus y la propia Australia, según el Consejo de Refugiados australiano. Las condiciones del encierro son tan desesperantes que algunos niños han intentado suicidarse en varias ocasiones. Amnistía Internacional y 80 oenegés han exigido el cierre inmediato de las instalaciones, conocidas como el Guantánamo australiano.

LA ITALIA DE SALVINI / Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno italiano, ministro del Interior y duce de la Liga ha aumentado este verano su popularidad en las encuestas de su país merced a sus cada vez más agresivas políticas contra la inmigración. En el frente interior, ha ordenado que se deje de auxiliar a los náufragos y ha dificultado que los desplazados salvados en el Mediterráneo por las oenegés y los guardacostas desembarcasen en puertos italianos. En el frente exterior, se ha abrazado a Víktor Orbán, primer ministro de Hungría y cabeza visible del sector más xenófobo de los estados centroeuropeos de la UE.

ULTRAS EN ALEMANIA / El asesinato de un alemán de origen cubano en la ciudad sajona de Chemnitz (bautizada como Karl-Marx-Stadt en tiempos de la República Democrática Alemana) fue el detonante de la última explosión de ira de la extrema derecha a finales del mes pasado. Un refugiado sirio y otro iraquí fueron acusados del crimen por la Policía local, bastantes de cuyos miembros son afines a los ultraderechistas.

Y Angela Merkel, empujada constantemente hacia la derecha por Alternativa por Alemania (AfD), los islamófobos de Pegida e incluso por su socio de la CSU bávara, tuvo que salir a la palestra para llamar a sus conciudadanos a enfrentarse al odio racial, después de que las diferentes organizaciones xenófobas protagonizasen varias jornadas de protestas en Chemnitz, una ciudad de la antigua Alemania oriental donde la brecha social es evidente. Mientras, AfD va ascendiendo en los sondeos al tiempo que baja la empatía hacia los extranjeros que huyen de la miseria y las guerras. Por algo será que la lista de libros más vendidos en Alemania por Amazon está encabezada por la obra de no ficción Toma de poder hostil: cómo el islam obstruye el progreso y amenaza la sociedad. Su autor, Thilo Sarrazin, es adorado por la AfD y repudiado en las filas de su partido, el socialdemócrata SPD.