Italia estuvo a punto de repetir ayer un nuevo caso Aquarius, la odisea que sufrieron más de 620 inmigrantes rescatados en el Mediterráneo y que no pudieron ser desembarcados en ningún puerto italiano, por orden del ministro de Interior, el xenófobo Matteo Salvini.

Hasta la tarde de ayer, el Gobierno italiano estaba dispuesto a repetir la prohibición que decretó para el Aquarius con el barco de la oenegé alemana Lifeline, que llevaba a bordo 224 inmigrantes que habían sido rescatados frente a las costas de Libia. «Desembarquen su carga humana en Holanda... o que se la lleven a España, Francia o Gibraltar», escribió Salvini.

Al final, sin embargo, en un giro inesperado, el Gobierno de coalición de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) ordenó que los inmigrantes fueran trasladados a buques de la Guardia Costera y el Lifeline llevado a un puerto italiano, donde permanecerá inmovilizado para ser investigado. Según el Ejecutivo italiano, las autoridades holandesas le comunicaron que el Lifeline «porta ilegalmente la bandera neerlandesa».

A una semana de la reunión de jefes de Estado y de gobierno de la UE, en la que se librará un duro pulso en torno a la cuestión de las migraciones, el Salvini abrió una guerra contra los barcos de las oenegés que salvan vidas en el Mediterráneo central. «Las naves de estas seudooenegés no tocarán ya más suelo italiano, nuestro país que verán solo en la postal», escribió el ministro ultraderechista.

El Gobierno italiano, de hecho, ha amenazado con no acudir a la minicumbre convocada para el domingo por el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, para abordar precisamente el drama de la inmigración. Han confirmado su asistencia los dirigentes de Alemania, Francia, España, Bulgaria, Austria y Malta. El nuevo y segundo enfrentamiento de Salvini con las oenegés empezó el miércoles cuando el Lifeline empezó su tarea de salvamento de «entre 300 y 400 náufragos», según señaló la misma tripulación de la nave.

Salvini acusó al Lifeline, una nave de menor envergadura, autonomía y capacidad que el Aquarius, de haber contravenido «todas las normas y leyes» y que «siendo una nave fantasma, ha apagado los instrumentos de bordo, cargando a 224 clandestinos en aguas de Libia y procedentes de fuerabordas que habían partido de Libia». Según Salvini, la Guardia Costera italiana ordenó a la nave que no se moviera. «Intervendrán las autoridades libias», les habría dicho, al tiempo que también los libios habrían informado de que se ocupaban ellos del caso. Salvini dijo, en alusión despectiva a los voluntarios, que «estos desgraciados, incluso poniendo en riesgo la vida de los inmigrantes, no han escuchado a libios e italianos, interviniendo forzadamente para cargar la preciosa cantidad de carne humana a bordo». «Llevaos vuestra carga humana a Holanda, pasad lejos de Italia», dijo Salvini, al recordar que la Guardia Costera italiana tiene la orden de mantenerse más cerca de las costas italianas que de las de Libia.

ACABAR CON LA MAFIA / «Hay otros países que deben intervenir, como Túnez, Malta, Francia y España», aseguró Salvini. Su compañero en el Consejo de MInistros Danilo Toninelli, ministro de Transportes, responsable de los puertos italianos y dirigente del Movimiento 5 Estrellas, dijo que el Lifeline «carece de medios técnicos para garantizar la seguridad de los mismos náufragos» y que se ha abierto una investigación «para verificar la efectiva correspondencia entre la bandera de la nave y su pertenencia a aquella nacionalidad». También informó de que el barco de Lifeline está actuando «en aguas libias fuera de las reglas del derecho internacional». «Queremos acabar con la mafia de la inmigración clandestina que causa miles de víctimas», aseguró el líder de la ultraderechista Liga, que agregó que no permitirán la existencia de los «taxis del mar que luego desembarcan en Italia».

La cuestión de las inmigraciones mantiene altos los sondeos a favor de la actitud de Salvini. «La luna de miel con el Gobierno prosigue», ha escrito el sociólogo Ilvo Diamanti. «Salvini, combata a las mafias de las migraciones, no a quien las denuncia», ha exigido la progresista Laura Boldrini, expres9identa del Cámara de los Diputados.