Hace unos días se celebraba en Perpiñan (Francia) el 2° Concurso Internacional Grenaches du Monde y en el que los caldos aragoneses brillaron con luz propia, y especialmente los de la DOP de Calatayud, que consiguió alzarse con 13 medallas, una de ellas de la máxima categoría denominada 'Gran oro', otorgada a Baltasar Gracián Viñas Viejas 2011 de Bodegas San Alejandro.

A pesar de ser un concurso de reciente creación (tan sólo se han celebrado dos ediciones), este certamen se ha convertido en un referente mundial en los vinos garnacha, que trata de buscar y premiar los mejores caldos elaborados con esta variedad ya sean tintos, blancos o rosados. Tanto la calidad de los vinos como la cantidad de participantes, además del nivel de sus catadores, lo certifican como tal.

Tal y como explica el secretario de la DOP de Calatayud, Javier Lázaro, "a esta convocatoria concurrieron más de 400 vinos procedentes de siete países (España, Francia, Italia, Sudáfrica, Australia, Canadá y Macedonia) y de ellos 21 pertenecían a Calatayud".

Así, con un jurado compuesto por 70 catadores, se evaluaron los atributos de los vinos, primeramente, a cata ciega, empezando por la fase visual, apreciando sus tonalidades, su limpidez, brillo... para seguir con la cata propiamente dicha, percibiendo su complejidad en boca, estructura, amplitud y equilibrio y finalmente el postgusto que queda y su persistencia en el recuerdo.

También se valora la personalidad que tiene el vino, y porqué lo hace diferente del resto.

DE MODA

Y es que la garnacha esta de moda. Según precisa Lázaro, "en los años 80, estos vinos no pasaban por su mayor popularidad. Se decía que eran muy alcohólicos y muy oxidativos, prefiriendo los consumidores otras variedades como la tempranillo, de menor graduación alcohólica".

Sin embargo, las cosas han cambiado. Gracias a un exquisito proceso de selección y elaboración, se ha conseguido extraer de esta variedad de uva lo mejor de sí misma: "Ahora podemos degustar vinos con una excepcional capa de color, sin rastro de oxidaciones, expresando en nariz unos aromas francos y una boca amplia y aterciopelada consiguiendo unos caldos muy equilibrados alcohol-acidez", apunta Lázaro.

Aunque la competencia es muy dura y el gusto de consumidor cambia, Javier Lázaro considera que el futuro es prometedor y hay que mirarlo con optimismo: "Creo que hay garnacha para rato, aunque en muchas zonas geográficas se esté plantando esta variedad y en pocos años haya vinos de garnacha por doquier", sostiene.

Sobre el mercado, el secretario de la DO Calatayud subraya que "no se puede hablar de un único mercado, ya que hay tantos como consumidores, pero debemos pensar en elaborar vinos para todos públicos como jóvenes, adultos, con mayor o menor conocimiento del mundo del vino y con un rango de precios amplio. La tendencia actual nos lleva a elaborar vinos muy afrutados y fáciles de beber".

La exportación sigue siendo la principal vía de ventas. De esta forma, el 90% de los vinos elaborados en la DOP Calatayud se venden actualmente en mercados internacionales.

Entre las ventajas de la zona, Lázaro destaca que esta comarca es ideal para el cultivo de la vid: "Sus pequeños viñedos ubicados en secano, con bajas producciones, plantados en laderas hasta los 1.040 metros de altitud, la heterogeneidad de los suelos existentes y las condiciones climáticas de la zona con sus cambios térmicos, entre el día y la noche en época de maduración que generan los aromas en el hollejo del grano de uva, confiere a nuestras uvas unas características que se trasladan con posterioridad a nuestros vinos y los hacen diferentes".

El reto está en la especialización y más en cocreto en que zonas como la Denominación de Origen de Calatayud sean capaces de producir vinos con personalidad, que se diferencien lo más posible de otros, compitiendo en calidad y no tanto en cantidad.