El Ebro mostró toda su fuerza hace unos días. Inundó campos, destrozó acequias, llenó de humedades las casas y ahogó a cientos de animales que no pudieron ser rescatados de las granjas. Los municipios de la Ribera Alta y Baja del Ebro vieron impotentes como el agua los acorralaba, destruyendo carreteras y caminos y demostrando que el caudal del río no se detiene ante nada, ni ante nadie. Fue una crecida extraordinaria que pocos recordaban, aunque los más mayores la han comparado con la que hubo en el año 1961. Después de varios días de incertidumbre, las dudas todavía se mantienen, más al comprobar ahora los cuantiosos daños que han dejado tras de sí las 19.200 hectáreas anegadas, los 2.000 agricultores afectados, los 10.000 animales muertos y la indefensión de muchos vecinos que vieron con dolor cómo se quedaban bajo el agua sus cosechas, granjas y futuro.

Las cifras arrojan pues una situación pesimista que se palpa en cualquiera de los municipios afectados por la riada. Uno de ellos es Villafranca de Ebro, una de las localidades que más ha salido estos días en los medios de comunicación. La imagen de la granja de un vecino villafranquino, José Antonio Moreno, en la que murieron 1.600 cerdos, de los 2.600 que tenía, estremecía a quien la veía. Tristeza contenida que se contrarrestaba con las muestra de solidaridad que se han vivido estos días, porque la riada ha tenido su cara más amable, representada en el esfuerzo de los habitantes ribereños por minimizar su impacto, tanto físico como económico.

Mientras los políticos de todos signos y colores se han tirado los trastos a la cabeza y posado ante las cámaras "arrimando el hombro", los verdaderos protagonistas de esta historia de final infeliz se manchaban las manos y los pies de barro para intentar frenar la furia del agua. Contenían la rabia y el duelo ante las devastadoras imágenes y efectos de una riada que pasados ya bastantes días todavía mantiene anegados muchos campos, impracticables los caminos y mucho barro por limpiar.

De este grupo de políticos habría que sacar a los alcaldes de las localidades afectadas, que durante estos días han demostrado que un alcalde vive para su pueblo. Un ejemplo ha sido Roberto González, de Villafranca de Ebro, al que se le ha visto en la prensa junto a sus vecinos. "No he hecho nada excepcional, es mi pueblo y mis vecinos", indica con esta frase, dejando patente que en momentos de adversidad hay cosas que están por encima de las siglas y las ideologías.

González señala que "la huerta de Villafranca se ha quedado desecha, en los campos hay agujeros descomunales, hay algunos en los que cabría el ayuntamiento entero", indica. Además, han quedado totalmente destrozadas las "dos motas que servían de protección al pueblo, lo que ha hecho que ahora los campos de cultivo sean de grava y arena. Costará mucho hasta que volvamos a hacer cultivables nuestras tierras", dice con resignación el máximo responsable municipal de Villafranca, que mira hacia al horizonte mientras pisa uno de ellos "en una finca donde se ha llevado 10 hectáreas de cultivos que llevábamos 40 años haciéndolas productivas".

Roberto González comenta que la autopista ARA AI, que se llevó en parte la riada, "hizo de dique y todavía nos llegó más agua. Estuvimos rodeados", lamenta. "No entiendo como en pleno siglo XXI no se hicieron tramos de la vía colgadas, que hubieran evitado parte del desastre", apunta González. Es la voz de quien conoce bien la dinámica del río. "Piensan que porque somos de pueblo no sabemos, y realmente somos quienes llevan conviviendo con el Ebro desde hace años", apostilla. Por ello, "sabíamos que lo que ha pasado ocurriría. Es muy fácil hacer proyectos desde un despacho, sin pisar el terreno, pero, a nosotros, ¿quién nos escucha?", afirma con rotundidad el alcalde villfranquino y experto agricultor. "El río está ciego, no dejan sacar las gravas porque está protegido, lo que ha hecho que el cauce tenga mucha altura. En época de mi abuelo se sacaban las gravas y había peces y fauna autóctona en el río, ahora no queda nada", y, encima, "todos saben más que nosotros. Este verano, si no se soluciona la situación, seré el primero que me meta a limpiar el río, incumpliré muchas normas, e igual voy a la cárcel, pero pediré ayuda y sé que muchos vecinos me apoyarán, porque estamos ya hartos de que nadie nos haga caso", puntualiza Roberto González. "Hay que proteger a todo el mundo", recuerda el edil en clara alusión a todas las zonas ZEPA y LID que hay en esta localidad, "pero quien nos protege a nosotros. Somos el homo sapiens agricultoris, una nueva especie que tendrá que velar por sus derechos, porque nadie nos tiene en cuenta", critica el máximo responsable municipal villafranquino.

EVALUAR

Ahora, conforme se va yendo el agua --aunque en zona de forma muylenta--, se comienzan a ver los primeros destrozos. "Tardaremos meses en saber qué hay deteriorado, porque hay tanto barro que en muchos sitios no se puede entrar", indica Roberto González. Igualmente, el alcalde de Osera de Ebro, José Luis Perid, señala que en su localidad, aún sin haber sufrido tanto como en su vecina villafranquina, "también se han ocasionado muchos daños, especialmente, en la zona de huerta, los regadíos y los caminos rurales. Muchos han quedado totalmente destrozados", precisa.

Del mismo modo, se vio muy afectada una ganadería de reses bravas que hay en la localidad, perteneciente a los Hermanos Ozcoz, "aunque ellos sacaron a los animales antes y no han tenido que lamentar pérdidas", precisa el alcalde oserano, quien señala "las grandes pérdidas que han sufrido los agricultores de la localidad", aunque "no hemos tenido que lamentar daños personales y tan solo algunos pequeños destrozos en dos casas de fin de semana, porque al casco urbano no ha entrado nada de agua", comenta José Luis Perid.

Todavía hará falta un tiempo para que se puedan evaluar todas las consecuencias de la riada. La DGA indicó que se pagarán el 100% de los daños, pero en el ambiente está la incertidumbre de cómo se hará. "Queremos soluciones, pero no las tienen que dar de verdad. Por el momento, nos prometen todo, pero todavía se tienen que articular las leyes y que nos digan cómo van a hacerse las cosas, Aún tendremos que esperar y ver si hay suficiente dinero para arreglar todo", comenta el alcalde de Villafranca de Ebro.

Para ello, el Gobierno aprobó un decreto de ayudas de 11 millones de euros y otros 60 más para hacer actuaciones en el Ebro, aunque las primeras estimaciones que ha hecho el Ejecutivo Autonómico cifran las pérdidas en 25 millones.

Pero hasta que todo vuelva a la normalidad, los agricultores piden "soluciones. No es tan descabellado que se hubieran hecho tajaderas para regular la crecida, inundando controladamente las zonas de huerta. Mejor perder una parte que todo", señala Roberto González, quien critica que "es muy fácil hacer los proyectos en el papel, sin saber cómo funcionan realmente las cosas".

Por el momento, se han habilitado tres oficinas para presentar los partes de daños. Una está en la capital aragonesa, en la plaza de San Pedro Nolasco, donde se han registrado ya muchas reclamaciones, la mayoría de ellas pertenecientes a viviendas y daños agrícolas. También hay otra oficina en Alagón y otra en Quinto.

En la visita que el Presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, hizo a Zaragoza el pasado 6 de marzo, anunció el paquete de medidas --dotado de 100 millones de euros para toda España-- que aprobó el mismo día el Consejo de Ministros. Además, se reunió con los alcaldes de las 20 localidades más afectadas, una cita en la que atendió a sus preguntas, aunque no calmó mucho los ánimos de los asistentes, quienes decidieron en la jornada formar una plataforma para ver qué medidas adoptan.

Por su parte, desde el Ayuntamiento de Zaragoza también se ha creado una comisión permanente desde la que gestionarán las actuaciones municipales para atender los daños causados por las inundaciones del Ebro en infraestructuras y patrimonio municipal. El objetivo es coordinar todas la intervenciones relativas a la evaluación y reparación de las afecciones de la riada.