El CEIP Ramón y Cajal de Alpartir recibió el 23 de abril la Medalla de Aragón a la educación aragonesa, un reconocimiento que recogieron Carolina Cajal, representante del centro del que fue directora durante cinco años, junto a Helena Gómez, madre y concejal, y Chiara Gómez, representante del alumnado en el Consejo Escolar.

Esta distinción pretende resaltar la contribución del centro a la innovación educativa. Por ello, Carolina Cajal agradeció que se considere el centro de Alpartir como un ejemplo del futuro de la escuela rural en Aragón, pero destacó el papel que ya tienen en el presente «los maestros y maestras que aprovechan el potencial humano de los niños y niñas, verdaderos protagonistas, y las familias, elemento imprescindible junto con el tejido social en el que está inmersa la escuela para poder desarrollar, tal y como establece el Estatuto de Autonomía de Aragón, un modelo educativo de calidad».

La representante del colegio de Alpartir subrayó la necesidad de proteger la escuela rural, que cuenta con una «biodiversidad riquísima», algo que está defendiendo la Unesco y la UE. Cajal resaltó que «para educar a un niño hace falta al pueblo entero», y detalló que la receta del centro, «el empoderamiento de nuestros niños y niñas, ha permitido que sean agentes de cambio con su visión transformadora y contagiando a la comunidad con su vitalidad». Así, trabajan para que «la empatía, el trabajo en equipo y la creatividad tengan el mismo peso en la educación que las competencias básicas tradicionales». Carolina Cajal insistió en que llevan diez años trabajando por un «nuevo paradigma de la educación» y citó a Eduardo Galeano para cerrar su discurso: «Mucha gente pequeña en lugares pequeños haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo, y en ello estamos». T