El pasado lunes 10 de marzo el Colegio Salesiano Laviaga Castillo de La Almunia tuvo una visita de excepción, Teresa Perales, la nadadora paralímpica zaragozana con mejor palmarés de toda la historia, ganadora de 22 medallas paralímpicas, en una actividad organizada por las APAs.

El colegio vibró con su optimismo, con su ilusión y ganas de beberse la vida. Desde el primer momento Teresa Perales cautivó al auditorio con su sonrisa sincera, su cercanía y su espíritu luchador y tenaz. Explicó cómo ella había conseguido afrontar con optimismo su discapacidad, convencida de que no hay que decaer ante las dificultades, ante los obstáculos, sino buscar soluciones, ya que el ser humano es capaz de todo. Y de esta forma demostraba con su experiencia de vida que cuando las personas queremos algo no hay barreras que se precien, explicando que todos tenemos muchas capacidades sin saber que las tenemos, y que hay que luchar por lo que se sueña.

Perales relató cómo a los 19 años perdió la movilidad desde la cintura hasta los pies a causa de una tuberculosis. Tras unos meses muy duros, asimiló que había perdido la capacidad de andar y se adaptó a su nueva situación. Aprendió a nadar y en cuestión de un año comenzó a competir. "Antes, sólo chapoteaba a lo perro", señaló.

También recordó cuando ganó su primera medalla de oro en Atenas, en la que al principio iba perdiendo, para explicar cómo cuando te rindes sólo sabes que no lo consigues. Asimismo, invitó a los chicos a reconocer los obstáculos que se presentan, los lastres que pesan, los límites que no existen, excusas, y otros factores que nos hacen ser mediocres.

Y a través de unos vídeos sobre el deporte paralímpico quiso que el auditorio viera la discapacidad sin prejuicios y no como una tragedia. Ella ha escrito Mi vida sobre ruedas, es madre de un niño, está casada, tiene una empresa de coaching, ha recorrido el mundo varias veces, ha hecho submarinismo, ha montado a caballo, ha subido a una duna y, entre otras cosas, colabora con la Fundación Vicente Ferrer. Es evidente que "la sirenita del Ebro" no necesita ponerse de pie para caminar, que ella camina a su manera, y que la silla nunca va a ser un impedimento.