El éxodo rural a la ciudad en los 60 originó uno problema: la falta de viviendas.

La solución que entonces encontró el gobierno fue la construcción de los llamados barrios de actuación urgente, como el Actur. La idea era que las grandes ciudades como Madrid o Barcelona pudieran absorber esta masa de ciudadanos con ganas de trabajar y crear una vida en las capitales. Fue en Zaragoza y en Tres Cantos (Madrid) donde prosperaron los llamados Actur (planes especiales).

Así, lo que hasta entonces se llamaba la huerta de Zaragoza se convirtió en el punto de mira para hacer de la ciudad del Ebro una ciudad más grande. Pero se topó en el camino con la crisis del petróleo. "Los 70 se convirtieron en una época semiperdida por la falta de recursos económicos", explica el exconcejal de Urbanismo (del 83 al 87), Mariano Berges. No fue hasta los 80 y, sobre todo a partir del 2000, cuando la nueva Zaragoza, como se llamaba en los 70, empezó a tomar forma.

Hasta convertirse en lo que es hoy, un distrito con todo tipo de equipamientos, las asociaciones vecinales y las parroquias del barrio han tenido que luchar mucho.

Unas reivindicaciones que no cambian con el paso del tiempo. Los nuevos barrios del sur piden ahora lo mismo que hicieron entonces en el Actur: equipamientos públicos como piscinas, centros cívicos, bibliotecas, parques,...

El periodista y primer sacerdote del Actur, Juan Antonio Gracia, recuerda que cuando se le encomendó su tarea religiosa en este barrio miraras donde miraras todo era huerta. "No tenía un lugar donde poder dar la misa. Acudí a varios sitios como Helios o la antigua harinera para que me dejaran un local", explica. "Tuve que dar muchas misas en la calle".

Hasta 1965 el Actur no tuvo su propia parroquia, Nuestra Señora de la Esperanza, que ahora celebra su 50 aniversario con varios actos para los vecinos del distrito.

"La transformación del barrio ha sido increible, parece una película de ficción. Cuando llegué de la parroquia de Altabas solo había agricultores y ferroviarios", comenta. Entonces, el puente de Piedra dividía la ciudad. "Cuando lo cruzabas decías que se iba a Zaragoza, la margen izquierda no se incluía en la ciudad", dice Gracia.