Fue el primer colegio del barrio y, durante muchos años, el único. El centro de Infantil y Primaria Cándido Domingo presume de longevidad enmedio de un entorno plagado de vida. Como el Arrabal, su transformación ha sido extraordinaria a lo largo de los últimos años. "Antes, la margen izquierda significaba muy poco o eso nos contaban, de hecho la gente decía que se iba a Zaragoza cuando cruzaba el Ebro", recuerda el director del colegio, Gumersindo Gutiérrez.

Ahora, el Cándido Domingo celebra su centenario más lleno de vida que nunca. 450 alumnos de 24 nacionalidades distintas llenan unas aulas que no han podido acoger a todos los niños cuyos padres presentaron solicitud. "¿El secreto? Implicación. Este colegio siempre ha estado muy vinculado y comprometido con el barrio y sus problemas eran los mismos. Ese espíritu no ha cambiado", apunta Gutiérrez

En realidad, el centro no celebra solo su centenario, sino otras dos efemérides más. Porque Cándido Domingo, un maestro de primer nivel de finales del siglo XIX, murió en noviembre de 1909, pocos días antes de que el colegio abriera sus puertas, en enero de 1910. Apenas dos meses más tarde falleció Ricardo Magdalena, el arquitecto que construyó el edificio. "Domingo era un personaje extraordinario, que, además de su labor pedagógica, se vinculó mucho con programas de asistencia, luchando contra la cólera que azotó la ciudad, lo que le hizo recibir la cruz de Carlos III".

Atrás queda la época más crítica, marcada por la Guerra Civil, que afectó de lleno al centro. "Entonces había profesor de chicos y profesora de chicas. A un maestro, Pedro Aranda, lo fusilaron", explica el secretario, Antonio Sahún, que, como Gutiérrez, acumula diez años en el equipo directivo. En ese periodo, el Cándido Domingo, que fue el primer colegio zaragozano que abrió sus puertas en periodo no lectivo, ha pasado de solicitar cuatro ordenadores al Servicio Provincial a tener dos aulas llenas y el número de alumnos inmigrantes ha pasado de 2 a 110.

Muchos de sus exalumnos acudieron hace unos días al acto de celebración del centenario. "Recuerdo que aprendí geografía cantando y que nos enseñaban que el río más largo de España era el Ebro y en la Ibérica, el Tajo", recuerda Esteban, que, a sus casi 80 años, presume de colegio. "Aquí hemos estudiado tres generaciones de mi familia: mi nieto, mi hijo y yo".

Ahora, el Cándido Domingo se aferra ahora a un porvenir repleto de esperanza.