El embarcadero de Ranillas, junto a la Pasarela del Voluntariado y frente al emblemático Iceberg, es el punto de acceso a la embarcación Ebrobús para 24 personas que, junto con otras dos embarcaciones más, recorre el río Ebro entre este punto y el embarcadero de Vadorrey (Balbino Orensanz), a poca distancia del azud que, a la postre, hace posible mantener la lámina de agua permanente.

Tres son las embarcaciones de este calado que hacen el trayecto diario, cada una al mando de un capitán avezado en estas lides, como el gallego Francisco J. Fernández Rodríguez, de Villagarcía de Arousa, quien amablemente responde a cuantas preguntas le formulan los pasajeros. Los fines de semana --viernes, sábados y domingos-- se incorporan tres embarcaciones de mayor capacidad. "Son del tipo catamarán", explica el capitán, "y alojan a unas 80 personas cada embarcación". 14 euros para los adultos y 7 para los niños --hasta 12 años-- es el precio del trayecto que tiene el Ebrobús, en cuatro tramos entre el punto de salida y el de llegada, con el punto de embarque intermedio del Club Naútico en Paseo Echegaray y Caballero, detrás del Ayuntamiento.

En las embarcaciones catamarán se sirve incluso un catering, puntualiza el capitán, "únicamente tenemos el inconveniente de no poder navegar en horas de oscuridad por no haber luz en las boyas señalizadoras". En cualquier caso, el paseo sigue siendo un éxito, porque obliga a veces a permanecer esperando para embarcar hasta una hora. Pese a ello, el público que hace este recorrido turístico, viendo otra perspectiva bien distinta de Zaragoza y las orillas del río Ebro junto con sus edificios monumentales más emblemáticos, quedan gratamente sorprendidos.

Gente en la orilla, pescando, y mucha más paseando por las atractivas pasarelas junto a la orilla, además de los quioscos que jalonan el recorrido entre Ranillas y Vadorrey. Numerosos ciudadanos aprovechan el magnifico tiempo que acompaña este verano a la ciudad y muchos DE los visitantes vuelven a Zaragoza, como Jesús que desde Barcelona admira la ciudad que le vio nacer y explica a sus nietos cómo se bañaba en un tiempo pretérito en el río, junto a la playa de Helios. Numerosas anécdotas se recogen en estos paseos por el río, que no duran más de tres cuartos de hora y que permiten hacer escalas e interrupciones en el trayecto, haciendo escala en cualquier punto para visitar el entorno, y continuar después el viaje por el río hasta el embarcadero de partida.

Es un valor añadido junto con el Parque Metropolitano, sus playas, aguas bravas, jardines botánicos y parques de aventura y recreo que deja el efecto Expo. Todo aquel que hace estos paseos fluviales puede descubrir el encanto turístico del río y navegar bajo los diferentes puentes de la capital maña para ver la imponente Basílica del Pilar con otros ojos. Toda la información se puede consultar a través de internet en la página web www.turismoebrofluvial.es

J. A. CASAMAYOR