El último fin de semana de julio se celebró una nueva edición del Festival Borja en Jazz, contando con una asistencia que superó la del año pasado y consolida el festival retomando esa vitalidad que le caracterizaba antes de su desaparición entre los años 2011 y 2014. Desde sus inicios, allá por 1997 (este año se cumplían 20 años), se intentó aunar el talento local junto con actuaciones internacionales o de lo más destacado de la escena jazzística nacional.

Así, en la primera edición del festival pasó por él Tete Montoliu, el primer pianista y compositor de jazz español que trascendió nuestras fronteras y alcanzó relevancia internacional. Pocas semanas después falleció, siendo la de nuestro festival su última actuación en directo. Un hecho así debía ser recordado ahora que el jazz había vuelto a Borja. Por esa razón, el Premio Borja en Jazz le fue otorgado a él a título póstumo, siendo recogido por su esposa, Montse García, en forma de la obra El piano infinito del artista Fernando Moles.

Conectando igualmente con los inicios del festival, el arranque lo protagonizó la Agrupación Musical Borjana, dirigida por Félix Martínez, y la Zaragoza-Ainzón Connection, con Chus Fernández, David Fernandez, Xavi Naval, José Luis Marín y la impresionante voz de Marta Marín. Los días siguientes, el cuarteto formado por Mike Kanan, Jorge Rossy, Putter Smith y Jimmy Wormworth (estas dos, leyendas vivas del jazz norteamericano con 76 y 79 años), la Big Band de la Escuela de Nuevas Músicas de Madrid, la impresionante voz de Pahola Crowley y sus Negras del 45, los pamploneses de la Broken Brothers Brass Band y todos aquellos músicos de las Jam Sessión contribuyeron a hacer del festival un evento de una calidad digna de sus 20 años de madurez. T