Todo empezó con un grupo de mujeres pequeño, a las que se fueron uniendo más y más, hasta llegar a más de 25, que han estado unos meses trabajando con un propósito común: tejer un árbol de Navidad.

Para formar parte de este acogedor grupo, daba igual la edad, saber o no saber tejer con anterioridad. Fueron variando de sede: la biblioteca, el casino... y allá por dónde pasaban, otras mujeres se les unían.

El resultado es un árbol de Navidad y sus adornos propios, que se ha convertido en protagonista indiscutiblede las fiestas: fotos de niños y mayores, salida y llegada de la San Silvestre, cabalgata de Reyes, familias reuniéndose para hacerse una foto...

Y es que el trabajo final, que contaba con el apoyo económico y logístico del ayuntamiento, no es sólo un árbol de Navidad, sino que representa momentos inolvidables de amistad, de ganas de compartir, de aprendizaje, de compromiso y de ilusión de las que iban llegando y les iban enseñando los puntos básicos para tejer.

Como muy bien explicaron ellas mismas el día de la inauguración, si fuese un árbol de palabras, las palabras que lo adornarían serían amistad, unión, armonía, compañerismo, respeto, ilusión, felicidad, solidaridad, paz, admiración, paciencia, intercambio, educación, aprendizaje, alegría, color, mujeres, paciencia, constancia, relajación, convivencia intergeneracional y ... nostalgia por haberlo terminado.

Lo mejor es que el árbol queda para que los vecinos lo sigan disfrutando en el futuro, y que, como dicen en el grupo Tejer-Te, «el orgullo de una tejedora es soñar con el ganchillo y dar puntadas nuevas, por lo que ya están soñando con nuevas ideas». Estaremos atentos.