Longares sufrió el domingo 1 de julio una de las peores tormentas que se recuerdan. El fenómeno atmosférico, que los expertos en meteorología señalaron que podía tratarse de un reventón térmico, llegó pasadas las tres y cuarto de la tarde, cargado de granizo y vientos huracanados, dejando en apenas diez minutos unos 23 litros de agua por metro cuadrado y más de 30 árboles de gran porte derribados en las piscinas municipales, las zonas verdes, el cementerio y diversas propiedades particulares.

Además, el fuerte viento, que pudo superar los 140 kilómetros por hora, se llevó consigo la cubierta completa de un almacén agrícola y derribó muros, tejados, chimeneas, cableado eléctrico y de telefonía y antenas de televisión, provocando además desperfectos en varios vehículos y la rotura de cuatro torres eléctricas de gran tamaño. También la iglesia parroquial sufrió daños, al romper el granizo varios cristales y afectar el agua a un par de capillas.

Además, la peor parte se la llevaron los viñedos y campos de cereal de diversos parajes de los términos municipales de Longares, Alfamén y Muel, dejando cientos de hectáreas totalmente arrasadas.

SIN DAÑOS PERSONALES

«El único consuelo que nos deja esta catastrófica tormenta es que no hemos tenido que lamentar ningún daño personal, ya que si se hubiese producido unas horas más tarde con el recinto de las piscinas repleto, como cualquier tarde de domingo, hubiese podido acabar en tragedia», reconoció el alcalde de Longares, Miguel Jaime Angós. De hecho, el primer edil recordó que tres partes metálicas de la cubierta de una nave situada a unos 100 metros del complejo deportivo volaron hasta acabar en el fondo de la piscina de adultos.

Para tratar de volver a la normalidad cuanto antes, el Ayuntamiento de Longares solicitó la ayuda de los bomberos y del parque de maquinaria de Recursos Agrarios de la Diputación Provincial de Zaragoza, que trabajaron duro junto a la brigada municipal y varias personas especializadas en podas, siendo coordinados en todo momento por el teniente de alcalde de Longares, Fernando Lorén.

Además, el consistorio longarino agradeció el apoyo y la solidaridad del Ayuntamiento de Cariñena, que desplazó hasta Longares maquinaria y personal para ayudar en los trabajos, así como las muestras de apoyo y solidaridad llegadas desde varios ayuntamientos de la provincia.

Los trabajos de reparación comenzaron en las piscinas, puesto que al día siguiente de la tormenta estaba allí previsto el comienzo de la ludoteca de verano y de los cursos de natación, que tuvieron que ser retrasados un solo día, ya que el gran trabajo realizado por los diferentes efectivos permitió que la piscina se reabriese tan solo 48 horas después de la tormenta. Posteriormente, las tareas se centraron en el anillo verde que rodea el casco urbano y el cementerio, retirando las ramas y troceando los árboles arrancados por el vendaval.

Para realizar el cálculo de los daños sufridos, el Ayuntamiento de Longares solicitó a sus vecinos que comunicasen los desperfectos acaecidos en sus propiedades urbanas y rústicas. «En cuanto al viñedo, sabemos que el granizo destruyó en más de un 80 % más de 300 hectáreas del término, de forma que la producción se ha perdido en su práctica totalidad en esas parcelas», añadió, Miguel Jaime. Una vez recopilados todos los daños, el primer edil longarino los va a trasladar a las diferentes administraciones para tratar de que sean compensados con alguna ayuda, aunque siendo consciente de la dificultad de ser reconocidos como zona catastrófica.

La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) envió un técnico a Longares para que realizase un informe de las condiciones en las que se registró el suceso. Según su opinión, el viento sopló a una velocidad inusual y totalmente anómala en la zona. Por ello, los daños asegurados serán asumidos por las compañías de seguros o el Consorcio de Compensación. T