La crecida del Ebro llegó a Zaragoza con más fuerza y caudal del estimado y, en algunos núcleos próximos, como los barrios rurales de Alfocea, Monzalbarba, Juslibol y Movera, el espectacular aumento del nivel del agua provocó efectos devastadores en viviendas, terrenos de cultivo, huertas y granjas. Todos apuntan a que ni la avenida histórica de 1961 tuvo un efecto tan demoledor.

Tres crecidas en solo un mes. Esto es a lo que se tuvieron que enfrentar los habitantes próximos al cauce del río, que vieron cómo el agua se colaba en sus casas, destrozando todo lo que había a su alcance. Durante días, el Ebro bajó incontrolado, dejando tras su paso un gran número de instantáneas desoladoras y provocando un rosario de destrucción en una de las avenidas más dañinas que se recuerdan en Zaragoza. Y en esta estampa, los cuatro barrios suf parte más dura de la crecida en la capital aragonesa.

Tras los enormes destrozos y ante el temor de que se puedan registrar nuevas crecidas, vecinos y juntas vecinales intentan volver a la normalidad. Pero no es fácil. El clima que existe en los barrios rurales camina entre la impotencia de no poder hacer nada más, y el malestar, ya que son muchos los que sienten solos ante las administraciones.

"No entiendo por qué el Gobierno de Aragón no nos convoca a los barrios rurales y sí lo hace con el resto de municipios afectados. Nosotros también nos hemos visto perjudicados", lamenta el alcalde de Monzalbarba, Joaquín Tiestos. "Estamos trabajando muy solos y actuando de la manera que consideramos más correcta. Después de la primera reunión nadie nos ha vuelto a llamar", añade. La junta ya se ha reunido en seis ocasiones con vecinos y afectados para informarles y echarles una mano para solicitar ayudas por los daños. Monzalbarba padeció el desalojo de casi 40 viviendas, entre Mejana Santa Catalina y Marconchel, y 83 ancianos de la residencia de mayores.

También en Alfocea dicen sentirse "solos" y "engañados" Su alcalde, Gonzalo Aragüés, muestra su malestar por la "falta de previsión". "Si nos hubieran avisado con dos o tres días de margen, los vecinos hubieran podido vaciar las casas. El río reventó y así es imposible salvar lo que había dentro. Ha sido una catástrofe total", afirma.

En Alfocea, los efectos de la riada dañó cerca de un centenar de viviendas de la parte baja del barrio y la carretera estuvo cortada durante más de una semana. Esos días se puso como paso alternativo el campo de maniobras de San Gregorio. "A día de hoy, las aguas vuelven a su cauce pero hay que tener mucha precaución. Siempre tenemos que estar muy pendientes y en alerta", indica Aragüés.

En el caso de Movera, la crecida del río provocó que unas 600 hectáreas de cultivo se vieran annegadas y la fuerza del caudal rompiera las motas, inundando la urbanización Torre de Urzáiz. "El nivel del agua llegó a superar los 1,90 metros de altura. El estado de las viviendas es desolador y la mayoría ha perdido prácticamente todo", señala el alcalde, Ismael Abadía.

Durante estos días, vecinos y voluntarios se afanan en limpiar los accesos y tirar todo aquello que ha quedado inservible, como muebles y electrodomésticos. En cambio, la colocación de un dique junto al puente de la autopista evitó que el agua llegase al núcleo urbano.

Tampoco la mota de Juslibol aguantó. El caudal del río se desbordó en la parte baja de la avenida Zaragoza, junto a la acequia, y la zona que va desde la rotonda de Interpeñas a los galachos. "Los grandes damnificados han sido propietarios de segundas viviendas, una granja de terneros, campos de cultivo y de huertas", manifestó la alcaldesa, Belén Fuentes, para quien hubo "falta de previsión y de limpieza del cauce".

Una vez se hayan arreglado caminos y acequias dañadas, llegará el momento de hablar de futuras actuaciones. "Esto no puede volver a suceder. Técnicos y políticos tienen que tomar medidas para ver qué se puede hacer cuando el caudal del río supere los 1.800 litros", dice Tiestos. Mientras, Alfocea, Juslibol, Movera y Monzalbarba buscan valorar los daños que ha provocado en sus entrañas la histórica crecida del Ebro.