El pabellón Príncipe Felipe cumple 25 años. Nació por y para el baloncesto pero, un cuarto de siglo después, el pabellón es mucho más que un recinto dedicado al deporte de la canasta. El parquet ha sido también arena para las motos, tierra batida para el tenis, hielo para Disney y escenario de óperas y la magia del Circo del Sol y de actuaciones musicales desde Bob Dylan a Joaquín Sabina. Veinticinco años en los que ha combinado el uso cotidiano con los eventos internacionales, convirtiéndose en un referente, en un símbolo de Zaragoza, deportivo y ciudadano.

La construcción del pabellón fue una necesidad al final de la década de los 80, en la que el baloncesto explotó definitivamente y en la ciudad se multiplicaron los pabellones para diferentes barrios y colegios. Los éxitos del CAI, entonces Club Baloncesto Zaragoza, le trasladaron primero del pabellón de la Cazar --ubicado en Eduardo Ibarra-- al popular Huevo, pero todo se quedaba pequeño para un equipo que no paraba de crecer. Con un coste de 2.000 millones de pesetas (12.000.000 euros), ocupando una parcela de 27.300 m2 y tras unas obras que se prolongaron por espacio de dos años y medio, nació el pabellón Príncipe Felipe.

Tomando como modelo el parisino Bercy en cuanto a la estructura de la grada, la nueva instalación se diseñó como un recinto multifuncional para 8.500 espectadores. En su primera temporada se quedó pequeño y se realizó una ampliación sin necesidad de hacer obras, ganando un nuevo anillo en la parte superior, una fila de asientos alrededor del primer anillo y añadiendo gradas en las esquinas inferiores para llegar a la capacidad que aún se conserva, los 10.500 asientos. Después se realizaron distintas mejoras y actualizaciones, como la instalación de cortinas para abrir solo medio pabellón, el cambio de pista, la renovación del sistema de aclimatación e iluminación y el refuerzo de la cubierta.

No hubo inauguración oficial como tal. El telón se levantó para acoger un trozo de la historia mundial del baloncesto, la Final Four de 1990 en la que el Barcelona de Epi, Solozábal, Wood, Norris o Ferrán Martínez no pudo con la mítica Jugoplastika de Kukoc, Radja, Perasovic o Ivanovic. Más tarde llegó la de 1995 ganada por el Real Madrid de Sabonis al Olympiakos de Volkov y Fassoulas.

Después el pabellón se convirtió en hogar habitual del CAI Zaragoza, pero también del Banco Zaragozano, del Sego Zaragoza que ganó la Liga en 1995, del Sala 10 y del Balonmano Aragón finalista de la EHF en el 2007. Además, es la sede de la sociedad Zaragoza Deporte desde su creación a principios de los 90 y se utiliza a diario como cualquier otra instalación municipal.