El barrio de San José aparecerá en los libros de arte urbano, y el arte en general. Incluso en las conversaciones entre artistas de todo el mundo. Y no ha sido precisamente por una campaña de promoción turística, sino por dos murales de enormes dimensiones que presiden dos calles del distrito, Privilegio de la Unión y Castelar.

Son dos de los mejores pintados durante el año 2014 a nivel mundial según dos publicaciones especializadas que dan renombre tanto a los artistas como a los escenarios donde deciden plasmar sus obras: la revista de arte y cultura Juxtapoz Latin America y el portal especializado I support Street Art. Esta vez, casualmente, han sido escogidas las del distrito zaragozano junto a otras de ciudades que acostumbran a acaparar títulos y titulares. Ahora, San José comparte protagonismo con barrios de Miami, Milán, Baltimore, Los Ángeles o Toronto su fama urbana.

Se trata de dos murales pintados en las fachadas de dos edificios que se suman a los 65 restantes diseminados por la capital aragonesa. No es raro pasear y toparse con una explosión de colores y figuras en los inmuebles. Esto hace que Zaragoza sea una de las urbes europeas con mayor número de intervenciones murales integradas en la ciudad, lo que supone un gran atractivo cultural y turístico.

Uno de los bloques se encuentra en la calle Privilegio de la Unión y se ha convertido en toda una explosión de colores y detalles. La obra que ocupa su fachada lleva la firma de Dulk y habla de la fauna animal y las grandes ciudades. Fue pintado por un artista valenciano en tres días y medio que ahora presume de su obra en Nueva York. Critica el caos social al que están sometidos los ciudadanos, el ritmo al que crecen las grandes capitales y las consecuencias que ello tiene en el día a día de sus habitantes, explicó el organizador del festival Asalto, Alfredo Martínez. Ganas por un lado y pierdes por el otro. La interpretación de la balanza es libre.

Por su parte, la calle Castelar alberga la otra gran obra internacional. INO, pintada por un griego en seis días, refleja a un hombre de avanzada edad junto a un águila en blanco y negro. Martínez explicó que hasta ahora no se entendía qué era el arte urbano y cuál era su función. El festival Asalto no solo consiste en elegir paredes para teñirlas de colores e imágenes, sino que detrás hay una maraña de actividades artísticas cuyo objetivo último es generar espacios culturales.

Así, en la programación del festival se incluyen cada año talleres para niños y adultos, conciertos o proyecciones. "Se trata de motivar la participación ciudadana", explicaba Martínez. Y en nueve años se ha conseguido. Prueba de ello es que se han roto las fronteras y se incluyeron los barrios de San José y el Arrabal. Hasta la edición del 2014, solo el Casco Histórico donaba sus calles para adornarlas de arte urbano.

San José no fue elegido al azar para hacer de un barrio obrero y consolidado de Zaragoza un enorme lienzo. Las paredes de sus edificios se incluyeron, por primera vez, en la novena edición de este festival subvencionado por el ayuntamiento, a través de la sociedad Zaragoza Cultural, y apoyado por el Plan Integral del Casco Histórico (PICH). "Este es un reconocimiento muy importante de dos revistas especializadas a un trabajo bien hecho y a la buena acogida que ha tenido en el barrio", apunta Martínez.