El tranvía recuperado conserva muchos elementos que quienes tengan más de 40 años quizá recordarán. Como la cuerda que, sobre las ventanas, servía para solicitar la parada, las puertas de aire comprimido delanteras por las que se bajaban y traseras por las que se subía, el orificio por el que se echaba arena sobre la vía para frenar mejor, el cartel de completo o el mostrador desde el que se cobraba. Fuera, la pértiga del trolley que tantas pillerías sufría, destaca junto a los inolvidables colores verde y plata.