Salvador Oliveras recuperó hace 13 años una afición a la que se acercó cuando era niño. Recordó un portal de Belén que fabricó con palillos y quiso hacer lo mismo pero con la Basílica del Pilar. Una obra grandiosa levantada con 17.000 palillos en la que invirtió cinco años. Ahora, su "alma máter", como él la define, acompaña a otros siete tesoros más en una valiosa exposición que recorre distintas residencias de mayores y centros cívicos de Zaragoza.

"Soy autodidacta y he ido perfeccionando con nuevas técnicas", reconoce este artista del palillo de San José. Solo así se entiende su especial dedicación a la hora de cuidar hasta el más mínimo detalle. Es el caso del Ayuntamiento de Zaragoza, de un metro cuadrado de superficie, realizado con 150.000 palillos y que le llevó dos años. O el puente de Piedra, el de 1904, con su línea de tranvía y los leones en su anterior ubicación. Durante estos años, las paredes de su domicilio han sido testigos de una laboriosa afición en la que invierte "tres y cuatro horas diarias".

"Aunque las piezas son pequeñas las obras abultan un montón", admite Oliveras, quien ejerce de profesor voluntario en la residencia de ancianos La Paz. En su proceso de elaboración, "hago el boceto y lo llevo a escala. Y sobre la base comienzo a montar las piezas. Lo más difícil son las formas cóncavas". Las maquetas van cogiendo forma con la ayuda de un alicate de corte plano, pinzas de punta fina y una cola especial para pegar los palillos.

Después de terminar hace tres meses la Torre de Pisa, Salvador Oliveras se entretiene con la Puerta del Carmen construída sobre 520 bloques y el manto que lucirá su Virgen del Pilar. Antes de que ambas joyas vean la luz, la residencia Elías Martínez del IASS acogerá una exposición con todas sus obras a partir del 12 de noviembre.