El servicio Bizi consolida un año más sus cifras en Zaragoza. En el 2013, registró más de 2,9 millones de usos, manteniéndose en los datos del año anterior y evidenciando que se ha convertido en un medio de transporte habitual para miles de zaragozanos. Aún lejos de otros medios de transporte y limitado por las dificultades obvias de obtener financiación a través de la publicidad, la capital aragonesa ha logrado que su concesión mantenga una continuidad en la utilización a coste cero para las arcas municipales, a diferencia de otras grandes capitales, a las que cada año les supone una importante factura para subvencionarlo.

El año pasado, esta estabilidad supuso que la media siga rondando los once usos diarios por cada una de las 1.300 bicicletas en circulación. Un dato que se contabiliza en los meses en los que las temperaturas son idóneas para la práctica ciclista, con buenas temperaturas. Mientras, según informaron desde el Ayuntamiento de Zaragoza, el promedio desciende hasta los siete usos diarios en los meses de invierno.

MEDIA DIARIA

Mientras, la utilización de este servicio municipal baja mucho durante los fines de semana, hasta un 50% de media con respecto a los días laborables. Esto se interpreta como una evidencia de que la bicicleta pública se usa, sobre todo, como medio de transporte. En concreto, en un mes de buenas temperaturas como junio, este promedio se sitúa en torno a los cinco usos por bicicleta, mientras que en los más fríos, como diciembre, ronda los cuatro usos. Diferencias mucho más cortas debido a que, generalmente, quien utiliza la bicicleta por ocio suele optar por la suya propia.

La novedad en el 2013 fue la de acabar con la lista de espera, que durante los primeros años de concesión --se inició en el 2008-- llegó a superar las 10.000 solicitudes. Las renuncias a la renovación y el hecho de que el consistorio decidiera darles prioridad a los empadronados para obtener la tarjeta Bizi, logró que se acabara con ella y mantener los mismos abonados que en años anteriores, 39.000, que es lo máximo que permite el contrato con la concesionaria, Clear Channel.

Sin embargo, la asignatura pendiente sigue siendo la ampliación. El 2013 fue el segundo año consecutivo en el que no se incorporó ni una sola estación a la ciudad. Ni siquiera la puesta en servicio de la línea del tranvía hasta Valdespartera sirvió para reforzar zonas como las Murallas Romanas o el Actur. Es prácticamente imposible ampliar, la empresa no está obligada y si el ayuntamiento quiere hacerlo deberá asumir un coste de dos millones de euros anuales.