Como culminación de las ac-tividades en el 40° aniversario de la Asociación de Vecinos del Barrio de San José, hemos presentado una publicación que, en poco más de 100 páginas, recoge la memoria del barrio, los comienzos, las movilizaciones que han jalonado nuestra historia, y una ventana abierta al futuro (http://www.avvsanjose.org).

Las asociaciones de vecinos nacimos vinculando la lucha reivindicativa local a la lucha política general. Queríamos unos barrios mejores, dignos, humanos, habitables, por supuesto, pero también una ciudad, un país, una sociedad, en la que libertad, igualdad y justicia no fueran mera retórica, sino derechos a ejercer y objetivos a alcanzar, y en la que la representación institucional fuera elegida y controlada por el pueblo.

Desde 1973 muchas cosas han cambiado, algunas para mejor, y otras para peor. Las reivindicaciones iniciales hoy parecen perogrulladas, pero entonces dibujaban la cruda realidad del barrio: a menos de diez minutos del "centro", calles sin asfalto, sin iluminación nocturna, ramales de acequias al aire sin protección, carencia de plazas escolares desde preescolar hasta bachillerato, sin zonas verdes ni equipamientos culturales, deportivos y sociales, con solares abandonados... San José, como los barrios y barriadas del extrarradio obrero, no pertenecía a la burguesa Zaragoza de las postales.

Si tenían que venir mejoras, deberían llegar del propio barrio. Así fue, y en la publicación aparecen las luchas concretas en que hemos participado, junto con muchas y muchos vecinos, para mejorar el barrio y hacer que quien en él viva lo haga con dignidad. Con sus luces y sombras, esta es la parte positiva, y los logros han sido esplendorosos.

Pero algunas cosas, como decíamos antes, han cambiado a peor, como la calidad de la democracia institucional en que vivimos. Podemos votar a nuestros representantes, vale, pero siguen pendientes cuestiones como la ausencia de información, transparencia, rendición de cuentas, canales abiertos que permitan escuchar nuestra voz y para, de vez en cuando, decidir directamente. Poder votarles con "uve", y también botarles con "be", echarles cuando caigan en la indignidad.

Porque las políticas públicas son el resultado de la "Política", la consecuencia de la acción de quienes tienen esta responsabilidad en las instituciones representativas que, en un sistema democrático, se legitiman por el voto popular. A menudo esta relación pasa desapercibida o, peor aún, se trata de quebrar denigrando el democrático ejercicio de la política, y proponiendo su erradicación. Ya sabemos adónde conduce esto: de vuelta al fascismo.

Desde los barrios seguiremos insistiendo en la incorporación efectiva, no retórica, del concepto "participación" en el ámbito de la política institucional, porque la participación del pueblo, del vecindario, es la clave para el funcionamiento del sistema democrático. Si no hay participación, o si sólo la hay cada cuatro años, no hay democracia.

Y no hay que olvidar que se puede actuar de manera propositiva, presentando propuestas (aunque las más de las veces ni te escuchen, o la callada sea la respuesta más habitual), pidiendo información, sometiendo a control las acciones públicas, pero también de forma reactiva, oponiéndote a actuaciones impertinentes, y promoviendo el debate público para su mejora. El derecho de resistencia, o el derecho de rechazar las actuaciones de los poderes, también es un derecho democrático, a pesar de los intentos de criminalizar el ejercicio de este derecho cuando los recortes y privatizaciones degradan las condiciones de vida hasta niveles insoportables.

Dentro de unos días la asociación de vecinos va a encarar su anual asamblea para reflexionar y tomar decisiones, también, sobre todo esto. Os invitamos a asociaros, y a participar. Ya sabéis dónde estamos. La puerta está abierta, porque la lucha continúa.