Lo que apuntaba a clara victoria por KO técnico de Alberto Contador sobre sus rivales en la presente Vuelta a España, cuya plasmación era el incontestable dominio del madrileño en Asturias, se ha quedado finalmente en un triunfo a los puntos ante su compañero Levi Leipheimer tras la cronoescalada de hoy a Navacerrada.

La imagen de un Contador exigido y algo atascado en los últimos -interminables- metros de la contrarreloj de hoy ha visualizado el cambio de impresión que hoy dio la carrera, que, de tener una lectura clara y diáfana, ha pasado a tener diversas interpretaciones.

Para empezar, uno y otro llevan el mismo tiempo en lo que va de carrera. Deciden las bonificaciones, 58 segundos para el español y 12 para el estadounidense, al que, además, las dos victorias obtenidas no le han reportado beneficio añadido alguno.

Aún con ellas, 40 segundos más, Leipheimer aún estaría 6 segundos por detrás de su compañero y líder. Lo que lleva a recordar qué hubiese sido de la carrera sin el estadounidense trabajando para su jefe de filas, como ha ocurrido en ocasiones, o simplemente en otro equipo. No obstante, la carrera es como es y las reglas se conocen de antemano. Así que no valen los pataleos, que, por otra parte, el americano no va a dar. Pero, bien viene algún asunto de debate para una semana final de carrera de la que no se esperaba mucho y que ha acabado teniendo lo suyo.

Aunque más ajustado de lo previsible, la victoria de Contador es incontestable. Y también su condición de referencia principal de la carrera. Solo su arrancada en las rampas del Angliru, donde dicen que no se puede atacar, así lo atestigua.

Al de Pinto, en todo caso, le faltó certificar su superioridad en una jornada propicia para ello. Le faltó remachar, ese último golpe de gracia que hubiese dejado las cosas en un KO técnico que, con lo ocurrido en la Subida a Navacerrada, su casa, se ha quedado en victoria a los puntos. Pero victoria, de todos modos.