Nadie mejor que Emilio Alzamora (Lleida, 22 de mayo de 1973), campeón del mundo de 125cc en 1999, responsable de la Escuela Monlau, cuna de campeones, y descubridor de Marc Márquez, para hablar de la celebración vivida, el pasado domingo, en Brno, por el tetracampeón del mundo de MotoGP, que cumplió su gran premio nº 100 en la categoría ‘reina’.

Ya ve, seis años, 100 grandes premios, 40 victorias, cuatro de cinco títulos mundiales posibles…¡Uf! y lo más hermoso es que casi todo lo que ha ocurrido ha sido bueno. Siempre que ayudas a un piloto a crecer tratas de que todo sea idílico, no fallar en ningún aspecto, pues la responsabilidad de estar al lado de un auténtico nº 1 mundial es enorme y debes intentar que todo lo que le rodea funcione para que él pueda explotar sus virtudes, su talento y competir al cien por cien.

Supongo que usted comparte la opinión de todo el ‘paddock’ de que es imposible hacerlo mejor. Todo magnífico y perfecto no se puede hacer, pero una de las cosas buenas que tiene Marc es que aprende muy rápido de sus errores. Si se fija en la evolución de su pilotaje desde el primer día que se montó en la Honda, en noviembre del 2012, hasta ahora, ha sido extraordinaria y, para mí, una experiencia impagable. Yo siempre he pensado que Marc es un regalo que genera felicidad a su alrededor. A mí, al menos.

¿Qué cualidad destacaría de él? Lo mágico de Marc es su enorme capacidad por aprender, por mantenerse humilde y pensar que aún le quedan cosas por descubrir y mejorar. Tiene los pies pegados al suelo y le encanta escuchar a los demás, contrastar opiniones, analizarlas y, luego, actuar según su criterio. Todo eso es lo que hace diferente a los top y si encima tienes toneladas de talento, como le ocurre a él, entonces te conviertes, con perdón, en un campeón casi único.

¿Su mayor sorpresa? Cuando lo conocí y empecé a trabajar con él, Marc tenía 12 años y, de todos los pilotitos que teníamos en el proyecto RACC-Escuela Monlau, él destacaba por su tremenda madurez. Cuando hablabas con él parecía que hablases con un chico de 25 años. Era una auténtica esponja, hablaba, escuchaba, quería saberlo todo de la moto, todo. Vivía la moto con una pasión tremenda. Era un chico que cuando llegaba al circuito siempre estaba en el box, se interesaba, ayudaba, preguntaba, lavaba carenados y llantas. Ya cuidaba a su gente con mimo, cosa que no ha dejado de hacer nunca. Y si a todo eso añades su entorno familiar, Julia, Roser y el pequeño Àlex, espectacular, verá que todo ayuda y mucho.

Sigue viviendo en la misma casa de siempre. En efecto, bueno ahora se está construyendo ya su propia casa, pero Marc necesita vivir con su gente, en su pueblo de siempre, ver a sus amigos de toda la vida, en lugar de aprovechar paraísos fiscales como han hecho muchos colegas de parrilla. Y esa normalidad es la que le ayuda a mantener los pies en el suelo.

Todo el mundo dice que la llegada de Marc, su estilo de pilotaje, ha revolucionado y cambiado la manera de correr en MotoGP. Eso no lo digo yo, lo dicen los que más saben de esto, los que llevan mucho más tiempo que yo en esto. Marc llegó a MotoGP y demostró que la moto se podía pilotar de otra manera, la llevó al límite convirtiendo sus codos en un nuevo apoyo, con esas ‘salvadas’ marca de la casa.

¿Le ve cosas a mejorar? Marc es un perfeccionista y no deja nunca de añadir detalles a su estilo. Los cambios del reglamento técnico, la evolución de los neumáticos, la entrada de la aerodinámica, la centralita electrónica…todo eso te obliga a ponerte al día. La intención de Marc es disimular con su pilotaje los defectos de su moto. Porque no siempre Marc ha tenido la mejor moto y, sin embargo, casi siempre ha ganado.

¿Cuánto tardó Marc en cautivar a los ingenieros japoneses de Honda para que le hiciesen caso? Es evidente que cuando un piloto llega, por vez primera, a un equipo oficial de fábrica ha de ganarse el respeto de sus ingenieros y Marc se los ganó desde el primer día, Catar-2013, cuando logró subirse al podio en su debut en MotoGP. Y, sobre todo, se lo ganó cuando lo vieron trabajar de sol a sombra. A Marc le han hecho caso siempre y siempre han confiado en él, tanto que el cambio de configuración de motor, del 'screamer', donde las explosiones se producen con la misma frecuencia durante el giro del cigüeñal, al 'big bang', explosiones más irregulares pero entrega de potencia más dócil, que ya llevaban nuestros rivales, la llevaron a cabo porque se lo pidió Marc y porque, ya en su primer año, ganó con el nuevo motor.

Emilio Alzamora y Marc Márquez conversan, en el 'paddock' de Brno, el pasado lunes. / ALEJANDRO CERESUELA

Usted sabrá contestarme esta pregunta: ¿Gana Marc o gana Honda? Hay quien dice que si Honda no tuviese a Márquez, no ganaría. Eso no es solo falso, sino un gran error. Los títulos, todos, los ganan el piloto, el equipo y la moto, sin todo eso no hay título. No es fácil construir la moto ideal, tampoco tener el equipo que sea capaz de ponerla a punto, cosa que es muy, muy, difícil de lograr en cada trazado, y más complicado aún es tener un piloto que la haga ganar siempre, en cualquier circunstancia, trazado o climatología. Estamos hablando de motos que alcanzan los 350 kms/h. y tienen, aunque no te lo digan, de 280 a 300 caballos de potencia, imagínese poner una moto así a punto y llevarla al límite.

¿Es cierto que dejaron libertad plena a Honda para que escogiese al compañero de box que quisiera para las dos próximas temporadas? Como no podía ser de otra manera. Yo no soy nadie en ese sentido. Yo me siento muy querido por Marc, mucho, y le ayudo en todo lo que puedo. Marc me ha dejado vivir este sueño junto a él y puedo asegurarle que jamás se meterá en los asuntos de Honda. ¿Por qué?, porque Marc se considera un trabajador más de Honda Motors, cuyo objetivo es ser el mejor piloto del mundo y para ello necesita la mejor moto. La fábrica ha de hacer lo que crea necesario para tener el mejor equipo y es lo que ha hecho fichando a Jorge Lorenzo, que es un grandísimo campeón. Y, a partir de ahí, Marc tratará de ganarle y, sobre todo, aprender de él.

Dicen que Ducati prepara para Marc una oferta irrechazable para el 2021 y que Red Bull se lo quiere llevar a KTM. El mercado de pilotos hace tiempo que se ha vuelto loco. Aún no hemos acabado nuestro último contrato, todavía no hemos empezado a cumplir el próximo (2019 y 2020) y ya hay quien hablar del 2021. Marc está encantado en Honda. Marc está agradecidísimo a Honda. Marc se encuentra muy a gusto en la familia Honda y mientras Honda le ofrezca cada año una moto ganadora, Marc continuará en Honda. Creo. Marc lo único que quiere es la mejor moto posible, el mejor equipo, que lo tiene, y disfrutar ganando carreras y títulos. Además de eso, lo único a lo que aspira Marc es a hacer feliz al máximo número de aficionados posibles con su manera de entender las carreras.

Usted ha sido piloto, campeón, ¿se identifica en Marc? ¿Yo?, por favoooor, no puedo compararme a Marc, un piloto tremendamente talentoso, único. Yo fui un chico de Lleida, que iba por esos circuitos de Dios con su caravana, su JJ-Cobas y tuve la fortuna de ganar un Mundial. Yo estoy a años luz de Marc.

¿No hay nadie que sufra más que usted, verdad? No sé lo que sufren los demás, yo sufro hasta el infinito, no se puede explicar lo que sufro. Pero sufro contento, con pasión, porque veo que tanto Marc como Àlex, que es otro ser maravilloso, lo dan todo en la pista, viven su profesión con ilusión y se ayudan mutuamente porque son, con todos, soliarios y cómplices, muy cómplices.

En Brno, el domingo, Marc demostró que no tiene nada que ver con el Marc que debutó, en el 2013, en MotoGP. Lo que más me gusta de Marc es ese punto de madurez que ha ido ganando, acumulando, con el paso de las carreras, las experiencias y los Mundiales. Yo creo que el Mundial del 2015, el que perdió ante Lorenzo y que también pudo haber ganado, le formó muchísimo. Venía de ganar los títulos del 2013 y 2014 y, ese año, la moto no estaba para ganar. Pero él se empeñó en que sí y arriesgó más de la cuenta. Demasiado. Y perdimos. Ahí aprendió que hay momentos en las carreras que uno ha de saber cuando un tercero, un cuarto, un quinto o un sexto es casi una victoria, porque lo importante es sumar, lo importante es el título. Esa lección le ha costado mucho aprendérsela. Bueno, aún le duele. Para él, ser tercer es perder. Y, sin embargo, en Brno hizo la carrera que tocaba y ahí está, más líder.