Le Mans. Cesena. Gran Premio de Francia. Alguien peleando entre la vida y la muerte en un hospital italiano. Una carrera sobre el asfalto y una carrera contra la muerte. Él, Valentino Rossi, el Doctor, Vale, encima de su Yamaha, intentando homenajear a su amigo. Y Kentucky Kid, clínicamente muerto, sin actividad cerebral, mantenido por cinco máquinas que existen para que él despierte o dé una señal de vida, esperando el aviso de ese otro Dios terrenal.

No lo contó, no lo quiso explicar, pero no hacía falta. Rossi se pasó todo el fin de semana de Le Mans diciendo que correría en nombre de Hayden y que le dedicaría una gran carrera y hasta el triunfo. Y así corrió Rossi que, con 38 años, nueve títulos, 114 victorias y 224 podios, no tenía necesidad alguna de forzar tanto, tanto, tanto, como para caerse en la última curva de Le Mans, llevando pegadito a Maverick Viñales. «Pero cuando uno se siente para ganar, ha de intentarlo, de lo contrario no estás en paz contigo mismo». Esa es la grandeza de Rossi. Rossi lo intentó porque quería hablar de Hayden desde lo más alto del podio.

Pero de la misma manera que Sergio Ramos acierta en el minuto 93, el más grande perdió su reto, aquel que perseguía desde hace días, en la última vuelta. Un giro que inició como líder, por delante de Viñales, su compañero de equipo. Cuando empezó los últimos 4.185 metros del mítico Le Mans, Rossi aventajaba a Viñales en 0.423 segundos. Medio segundo es un mundo, el firmamento, el Everest para los cinco magníficos. No hay magnífico que atrape a otro si le lleva media segundo de ventaja.

Y eso que Viñales lo intentó ¡vaya si lo intentó! «Me sentía bien, me sentía fuerte y, yendo detrás de Vale, pude ver que él también tenía problemas. Me pasó por el interior de una curva de derechas y me pegué a él. ¿Dónde quería pasarle?, en la curva 8». Y Rossi, que lo sabe todo, sabía que iba a ser ahí. Y trató de cerrar, pero falló. Se abrió. «Fui estúpido. Perdón, el error fue estúpido».

Y Viñales le pasó, porque tampoco MVK se rindió. Estaba ahí, aceptó el primer duelo del año, el primer choque de trenes y, sobre todo, sabía que el mundo le estaba mirando, observando, analizando. Oyó esas risitas que resuenan en el paddock desde hace meses. «¿Viñales?, Es bueno, sí, muy bueno, pero habrá que verlo en el cuerpo a cuerpo, peleando, de verdad, con los grandes», decían los sabios del Mundial. Y ese día fue ayer. Y, como fue ayer, Viñales cogió el toro por los cuernos. Por eso, cuando el Doctor hizo el estúpido, él estaba ahí.

«Yo estaba convencido de que ganaba Vale ¡convencido! Pues venía desde atrás, hacia vuelta rápida tras vuelta rápida y pilló a Maverick con comodidad. Pero, mira, él, Valentino Rossi, también es humano y erró. Quiso cinco puntos más y se cayó. Pero me gusta que los campeones no se conformen», explicó Marc Márquez, que llevaba ya varias vueltas en su box, pues él también se cayó muy pronto, como en Argentina, y lleva ya dos comodines gastados.

Y cuando Viñales se puso líder, Rossi pensó en las máquinas que permiten respirar a Hayden, nadie sabe por cuánto tiempo. Y al dios de las dos ruedas le importó un carajo tener 38 años, 353 grandes premios en sus espaldas, 114 victorias en su palmarés, nueve títulos en sus vitrinas y la posibilidad de seguir siendo un héroe sin ganar. Pensó en Kentucky Kid y fue a por Viñales.