Valentino Rossi no estaba ayer para bromas. Y no porque temiese que la tal Ana Cabanillas se salga con la suya y se querelle contra él, pues hay quien dice que, en el paddock, no impera la misma ley de la calle, ya que todo el que lleva, ahí dentro, un pase colgando acepta que, como dice la acreditación, «el motociclismo es un deporte peligroso» y te puede ocurrir cualquier cosa, incluso que te atropelle o patee todo un nueve veces campeón del mundo.

No iba por ahí la cara de preocupación del Doctor, ni mucho menos. La inquietud del más grande viene de largo. No solo le ganó otro título Marc Márquez. También le venció el domingo, ante 110.000 aficionados, Jorge Lorenzo, en la despedida de Yamaha. Y ayer, en el primer ensayo del 2017, llega Maverick Viñales, 16 años más joven que él, y le derrota con su misma moto, volando sobre su cabeza.

Viñales ha caído de pie en Yamaha. «Nunca, jamás, había visto unos ojos tan ilusionados y brillantes como los que vi en la cara de Maverick el pasado lunes cuando entró en el box y vio su nueva moto», contaba Paolone, uno de los camioneros del equipo Yamaha, a EL PERIÓDICO. «Me recordó la imagen de los niños el día de Reyes cuando abren la puerta del comedor de casa y ven los regalos que les han dejado los Magos». Y, ciertamente, sentado entre Ramón Forcada y Davide Marelli, extelemétrico del mallorquín, Viñales esperó 10 minutos antes de salir a la pista. Parecía como si quisiese disfrutar de los fotógrafos, de su bautismo.

VIÑALES, MEJOR CRONO

La jornada fue espectacular. Ni Viñales, que lo hará hoy, ni Lorenzo, que tiene totalmente prohibido por Yamaha hablar de su Ducati, contaron ayer sus impresiones. Sí lo hicieron Rossi, que elogió el debut de su nuevo compañero, y Marc Márquez, que ya había mostrado su convencimiento de que Viñales lo haría muy bien con la moto de Lorenzo. La verdad es que todos brillaron con luz propia, como si estuviesen ansiosos de que comenzase el Mundial-2017. El mejor crono fue de Viñales (1.30.930 minutos), a mitad de camino entre la pole de Jorge Lorenzo del sábado (1.29.401) y su vuelta rápida en la carrera del domingo (1.31.171).

Pero es que los diez primeros (Viñales, Rossi, Lorenzo, Márquez, Andrea Dovizioso, Cal Crutchlow, Andrea Iannone, Scott Redding, Héctor Barberá y Dani Pedrosa) acabaron metidos en un puño, en solo tres décimas. «Sabía que Maverick sería veloz muy pronto, que Lorenzo sería bravo con la Ducati y que Iannone, que se ha caído, brillaría con la Suzuki. Nos espera mucho trabajo y un gran Mundial el año que viene», explicó un aturdido Rossi.

El Doctor maltrató un poco a Michelin («venimos aquí a probar un saco de cosas y solo tenemos dos neumáticos delanteros»), también a Yamaha («la primera evolución del motor del año que viene no ha sido positiva, esperaba más de él y, me temo, que los japoneses, también») y mostró su disgusto porque Viñales, pillo él (¿ha empezado ya la guerra psicológica entre ellos?), desapareciera del box y se refugiase, rápidamente, en su motorhome. «Maverick ha estado bravísimo. Ha sido veloz muy pronto, mucho. Lástima que no haya podido hablar con él, no sé qué ha ocurrido. Se ha encontrado rápidamente muy cómodo sobre la Yamaha. Lo sabía y, en ese sentido, no me he llevado ninguna sorpresa».

Por su parte, Marc Márquez mostró aún sus dudas con el nuevo motor «que no acaba de resolver, de momento, los problemas de aceleración y velocidad punta de este año» y elogió el papel de los tres estrenos: «Sabía que Viñales sería rápido desde el primer día con la Yamaha; me ha sorprendido un poco Lorenzo, pues se decía que su estilo, tal vez, no se adaptaría a la Ducati y ha sido muy veloz y, ya ven, la Suzuki, que si sí, que si no, y con un piloto tan particular como Iannone, está ahí delante. Todo el mundo ha empezado revolucionado. Nos espera otro gran año».