Land Rover ha hecho de tripas corazón y ha despedido al Freelander como modelo de acceso a la marca para posicionar en un nivel ligeramente superior a su sustituto, el Discovery Sport. Se trata realmente de un salto muy elevado, aunque mantiene la misma filosofía de practicidad. Con el Discovery Sport la marca ofrece mayor equipamiento y añade lo mejor en materia de motorizaciones. La punta de lanza es el SD4 HSE Luxury con cambio automático de siete velocidades, la unidad probada, un portento de la mecánica y la tecnología.

Mide 4,59 metros de largo (10 centímetros más que el Freelander) y es cinco centímetros más bajo que su predecesor. El diseño del frontal se acerca a la línea tradicional del Discovery, mientras que en la parte posterior la estética es más cercana a la del Evoque.

Por dentro es bastante amplio, sobretodo en la versión probada de siete plazas, aunque la amplitud viene solo para la segunda fila de asientos, cuya banqueta es corredera (16 cm). Todos los pasajeros disponen de una buena visibilidad. La tercera fila es casi testimonial, pero sí es útil para niños, con elevador, de entre 5 y 10 años. Esta se pliega sobre la base del maletero, que ofrece una capacidad de entre 454 y 541 litros.

La consola central es grande, orientada ligeramente hacia el conductor, muy en la línea de los anteriores modelos de la marca. Dispone de un buen nivel de equipamiento y, en el modelo probado, lleva todos los extras del acabado Luxury.

Apuesta diésel

Monta un propulsor diésel de 190 CV, que más tarde será reemplazado por una versión diésel de 2,0 litros y 180 CV. Todos los motores de la gama del Discovery Sport están sobrealimentados, tienen inyección directa y disponen de sistema de parada y arranque stop&start. Se asocia a una caja ZF automático con convertidor de par de nueve velocidades (la misma que monta el Evoque). Dispone del conocido sistema Terrain Response, que permite circular por arena, nieve, tierra, gravilla, hierba o barro, y tracción total. El precio del 2.2 D SD4 HSE Luxury se dispara (61.374 euros), pero merece la pena.