Juan José Nogués fue un pionero en blanco y negro. Una de las figuras más ilustres del balompié aragonés. El borjano ostenta la distinción de haber sido el primer aragonés en ser internacional y en disputar un Campeonato del Mundo con España. Su condición de referente nacional le sirvió para ir convocado al Mundial de Italia en 1934.

Juan José Nogués (28 de marzo de 1908) fue un chico atlético que se crió bajo la cultura del deporte en su Borja natal. Ahí había llegado una práctica casi desconocida denominada foot-ball y le picó la curiosidad. Con 15 años se incorporó al equipo de Borja, donde comenzó jugando de extremo diestro, aunque en los entrenamientos se veía que su sitio era la portería. El espigado aragonés le quitó el puesto al meta titular, García, y terminó despuntando hasta que firmó con el Zaragoza CD en el curso 1928. Fue en su segunda campaña donde estalló su talento, una progresión que no pasó desapercibida para el Barcelona, que no dudó en incorporarlo a sus filas.

Por aquel entonces, Nogués era catalogado como el posible heredero de Ricardo Zamora; el ídolo del meta aragonés. Las tardes de paradas mágicas en Les Corts le convirtieron en una leyenda culé que llegó a disputar un total de 285 partidos bajo el habitual jersey que lucían los porteros. Su reputación en el balompié nacional quedó plasmada cuando el seleccionador Amadeo García de Salazar dio su lista de convocados para el Mundial de Italia. «En la portería irán Ricardo Zamora y Juan José Nogués». El sueño se hacía realidad.

La batalla de Florencia

Aquel Campeonato del Mundo pasó a la posteridad por ser utilizado como herramienta propagandística del régimen fascista de Benito Mussolini. Italia debía ser campeona, así lo quería Il Duce. «El triunfo es un deber. Vencer o morir», aseveró. La sed de laureles llevó a Italia a nacionalizar a los argentinos Monti, Demaría, Guaita y Orsi, además del brasileño Guarisi. «Si pueden morir por Italia pueden jugar con Italia», aseveró Vittorino Pozzo, el seleccionador de la azzurra. El destino hizo que el combinado anfitrión y España se juntasen en cuartos de final.

El partido tuvo lugar en el Estadio Giovanni Berta de Florencia. Ahí se disputó una batalla feroz, casi sanguinaria. Los futbolistas italianos disfrutaron de una cacería consentida sobre los españoles gracias a la indolencia programada del árbitro belga Lous Baert —aunque en la prensa italiana condenan también agresiones de los españoles—. Aquel partido terminó con empate a uno, y se saldó con un contundente parte de guerra; siete lesionados, incluido Zamora, al que le rompieron dos costillas.

La baja del mítico cancerbero propició el debut de Nogués, que se convirtió en la figura más destacada del partido de desempate. El encuentro volvió a contar con un arbitraje sistemático, en esta ocasión obra del suizo Mercet. Italia venció gracias al tanto de Giusseppe Meazza, que se produjo gracias a que Guaita sujetó con fuerza a Nogués. El colegiado lo consiguió; le anuló un tanto a Regueiro por un fuera de juego en condiciones extrañas y fomentó la violencia feroz de los centrales Monzeglio y Allemandi. La prensa española tituló al día siguiente «¡Por fin nos ha eliminado Italia! Tan solo necesitaron 210 minutos». Todos daban por hecho que era un Mundial para Italia. Hugo Meisl, mítico seleccionador del Wunderteam austriaco, dijo: «Están perturbando el verdadero deporte». Fue un torneo político donde Nogués dejó la primera huella aragonesa en un Mundial.