La terapia surtió efecto y España acabó con el mismo metal que en Atlanta-96 y Sídney-2000. De Pekín, la selección de balonmano se llevó el bronce tras arrollar a Croacia (29-35). Pero no solo se lleva el tercer puesto, sino la tranquilidad del trabajo bien hecho, a pesar de que desperdició la ocasión de luchar por el oro. Ahí entró en escena la terapia.

A la mañana siguiente de caer ante Islandia --que ayer perdió con Francia en la final (28-23)--, los jugadores ni se hablaron. Poco tenían que decirse. Todos sabían que lo habían hecho mal. Muy mal. Los que tenían a su mujer en China aprovecharon esas horas para el asueto; otros, como Iker Romero, para "sobar mucho tiempo en la cama".

PASTOR TAMBIÉN SE VA

Entre el sueño y el relax, España apeló al corazón para despedir a David Barrufet con la grandeza que se merece un portero inolvidable. Cuatro Juegos en sus manos de hierro y más de 250 partidos internacionales lo convierten en una leyenda. Y las leyendas no se van por la puerta de atrás. España entendió pronto el mensaje de la semifinal. Por la mala defensa se quedó fuera de la final; por la excelente defensa conquistó la consolación. También se iba Juan Carlos Pastor, que deja la selección a instancias de los clubs de la Asobal, que no quieren a un entrenador de club dirigiendo al equipo nacional.

Ayer sí hubo orgullo, mentalidad de equipo. Y todo basado en tres pilares de un equipo que sí demostró orgullo. El primero, Hombrados, el colega, amigo y hombro en el que ha llorado tantas veces Barrufet. Con 13 paradas de 40 lanzamientos (un 33%), el portero del Balonmano Ciudad Real quiso rendir un último homenaje a Barru.

Desquició a Balic, la estrella croata (que solo marcó dos goles), fortaleció a la selección de Pastor y lanzó el contragolpe. Todo resumido en una jugada. Pura anticipación. Robó un balón a los croatas al adelantarse, se lo dio a Víctor Tomás y acabó en gol. Un tanto que le quitó al rival, otro que le dio a su equipo. O sea, Hombrados valió por dos. Pero no fue el único. Delante del cuerpo de Hombrados corría veloz Juanín, el arte disfrazado de extremo, y el gigante Carlos Prieto para abrir un hueco que olía a medalla, el tercer bronce olímpico que Demetrio Lozano --único superviviente de Atlanta y Sídney-- tendrá en su estantería.

GRAN SEGUNDA LINEA

El azulgrana Juanín firmó siete goles, algunos maravillosos por su precisión y otros deliciosos por los increíbles efectos que dibuja. Volaba imparable y cuando caía, Croacia ya lloraba de impotencia. A España, en cambio, se le cansaron las manos de aplaudir. Con Prieto, los goles valían igual, pero era distinto. Trabajado, hercúleo, sufrido, agónico, cada gol (7) del pivote era una alegoría al esfuerzo. Ambos firmaron un porcentaje galáctico (88% de acierto), escoltados por la fiabilidad de Alberto Entrerríos y de Belaustegui, dos tipos casi anónimos, que contrastaban con la aparatosidad de un indesmayable Íker (83% de acierto). Así se ganan las medallas. Así se reconquista la afición por el balonmano.

Croacia (29): Losert (Alilovic); Sulic, Metlicic (4), Balic (2), Valcic (2), Vukovic (1), Vori (2), Lackovic (2), Dominikovic, Horvat (4), Duvnjak (7), Sprem (4) y Dzomba (1).

España (35): Hombrados (Barrufet); A. Entrerríos (5), Rocas (1), R. Entrerríos, Garabaya (1), Prieto (7), Belaustegui (4), Lozano (1), Davis (1), Juanín García (7), Iker Romero (5), Malmagro y Tomás (3).