Pablo Neruda quería escribir los versos más tristes una noche. Hoy, 12 de octubre, Día del Pilar (vayan por delante mis felicitaciones a todas las Pilares, a todos los aragoneses), yo también quisiera escribir el artículo más amable y alegre, pero no puedo. Llevamos ya muchos días viendo imágenes y leyendo noticias de la marea humana de subsaharianos que intentan pasar a Ceuta y Melilla, que mueren o sucumben en el camino, que son abandonados como perros en pleno desierto.

Esos hombres representan un leve asomo de una tragedia mucho mayor, de dimensiones descomunales. Si alguno de ellos fuera hijo mío, daría mi vida sin vacilar por salvarlo. Si alguno de ellos fuera mi hermano o mi amigo, acudiría en su ayuda para proporcionarle cuanto estuviera en mi mano. Sin embargo, aunque no conozco a ninguno de ellos, estoy aquí, intentando en vano escribir el artículo más amable y alegre.

La semana pasada, el presidente norteamericano G. Bush, en una más de sus paranoias, advertía al mundo de que el terrorismo buscaba crear un imperio islámico que se extendiese de Indonesia a España. Desconozco si ese plan terrorista le ha llegado a Bush por inspiración divina (algún interlocutor de altura ha desvelado que alguna vez le comentó que Dios le ordenó, por ejemplo, la invasión de Afganistán y de Irak), pero en cualquier caso se le habría olvidado lo más importante: el verdadero imperio que crece y crece en el mundo de forma imparable es el imperio del hambre, la sed, la enfermedad, la muerte, la miseria. Cada día muere un número enorme de personas por las carencias primarias y básicas que padecen, pero Bush y todo el mundo rico y desarrollado adolecen de la misma amnesia, pues entre tanta cultura y desarrollo parece no existir conocimiento de ese imperio de la desolación.

ALGUNOS patriotas ponen cara de espanto porque un día concreto han intentado saltar la valla unos cuantos centenares, pero no les espanta el número de hambrientos, sino el de invasores. Para ellos el problema no consiste en que 1.200 millones de personas viven en la pobreza extrema (1 dólar al día), o que 3.000 millones de personas viven con dos dólares diarios, o que 800 millones de personas tengan problemas severos de malnutrición, o que 40.000 mueran diariamente de hambre, o que 900 millones no puedan beneficiarse de los servicios de salud básicos, o que 968 millones carezcan de agua potable, o que 2.400 millones no dispongan de sistemas de saneamiento básicos.

Para esa gente el problema consiste en que los chinos crecen en su barrio como setas, los negros cocinan cosas que huelen mal, los moros no son de fiar y los sudacas contribuyen especialmente a quitar los puestos de trabajo a los españoles. El problema es llegar indemnes al déficit cero, al PIB grande y saneado, a vivir bien.

A la vista de las recientes manifestaciones francesas en pro del mantenimiento del poder adquisitivo y de las señas de identidad nacional, echo de menos alguna manifestación más (francesa, española o mundial) en protesta por el cataclismo que acaece diariamente en el mundo subdesarrollado y a favor de mayores dosis de solidaridad y de justicia en el mundo. Una plaga de roña se extiende por el mundo; esa roña mata y aniquila a los miserables, y vuelve roñoso a nuestro mundo, acomodado y ahíto de colesterol y ansiolíticos.

HOY, DIA DEL Pilar, día de la Hispanidad, debería ser también día de la Humanidad. Necesitamos seguir albergando la esperanza de que es posible otro mundo, más libre, justo y equilibrado.

Hoy las calles principales de Zaragoza se llenan de gente de bien, vestidos de baturros y baturras, con sus flores, sus jotas y su ilusión renovada cada año, cada 12 de octubre.

Aragón y Zaragoza tienen actualmente grandes proyectos que llevar a cabo en un futuro relativamente cercano. Sería maravilloso que junto con todos esos proyectos y planes, los aragoneses viviésemos cada día con la conciencia y la voluntad de reivindicar sin tregua ni descanso el mundo que todos queremos. De esa forma, en lugar de un supuesto imperio mundial maquinado por un presunto eje del mal, iríamos creando entre todos una cadena de paz, bienestar y libertad, compuesta por todos y sin exclusión de nadie.

Felices Fiestas, aragoneses y aragonesas. Muchas felicidades y un besico especial para todas las Pilares (¡felicidades, madre!) del mundo.

*Profesor de Filosofía