En los lejanos veranos de los años 1956 y 1957 estuve en la Saboya francesa bajo la fórmula de un intercambio con una familia, cuyo hijo vino a Zaragoza para aprender español, como yo a la vez francés, bajo la observación paterna de que una lengua no era solo una asignatura, sino un idioma, y que había que aprender a escribirlo, leer, comprender y hablar. En esos años, para ir desde Zaragoza a Francia por ferrocarril, era posible hacerlo por el Canfranc. Hasta la estación internacional se llegaba en un tren antediluviano y en el otro andén aparcaba el francés, por vía de anchura europea, resaltando un contraste de modernidad y comodidad. Eléctrico, limpio, rápido, confortable...

Tras la caída del puente francés en el Valle del Aspe, y el cierre de la línea internacional a Pau, el deterioro del trayecto Huesca-Canfranc ha sido progresivo. Los ciudadanos estamos habituados a escuchar de nuestros sucesivos dirigentes y representantes, brindis al sol, a veces con las autoridades de Aquitania, que integradas con las prioridades de la UE proyectan al año ¡2050! la posible apertura del Canfranc y la Travesía Central del Pirineo. 1.200.000 aragoneses, integradores, nobles, poco reivindicativos y con gobiernos complacientes con el poder central, no dan más de sí.

Mientras tanto los sucesivos presupuestos generales del Estado, como las preferencias que España transmite y consigue de la Unión Europea, inversiones y fondos para infraestructuras y comunicaciones van al corredor Mediterráneo, y potenciar y enriquecer a Cataluña. Igual que el paso por Irún-Hendaya por el país Vasco.

La posición geográfica y estratégica de Zaragoza y Aragón, entre los cuatro núcleos más poderosos sociológica y económicamente de España, Madrid, Barcelona, País Vasco y Valencia, no nos está sirviendo de motor. Puede darse una posible configuración del Estado español, con las secesiones de Cataluña y País Vasco, no impensables, y que nos dejarían sin comunicaciones directas con Francia, salvo a través de los nuevos países, naciones o estados. Por ello, si nuestro futuro aspira a ser distinto del del paro, el subempleo, los salarios bajos y competir con los países del tercer mundo, debemos aprovechar nuestra posición y las comunicaciones y apostar clara y definidamente por la educación, la formación y la innovación e investigación. Invirtiendo además en digitalización e informatización de nuestro tejido productivo y modo de relacionarnos, en el constante avance de la comunicación y su tecnología en progreso y trabajo.

Por ello, es más grato y reconfortante, y en sus sombras ambientales, ver cómo llega la luz, en forma de conferencia, de un preclaro aragonés, Carlos López Otín, la semana pasada, en el marco de la Real Academia de Medicina de Zaragoza, sobre la investigación biomédica en la era genómica. El catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Oviedo, en su fértil juventud-madura como investigador, ha dedicado los últimos 30 años al estudio y descubrimiento de genes relacionados con enfermedades, y en la última década al estudio del genoma de pacientes con determinadas afecciones. El camino y hallazgos emprendidos, junto con los de otros grupos punteros en el planeta, permitirá en un próximo futuro conocer en los recién nacidos, su predisposición a padecer ciertas enfermedades.

Recientemente, y también en la academia, accedió como académico Manuel Sarasa, de Ayerbe y catedrático de Veterinaria en Zaragoza, que detalló sus investigaciones moleculares y genéticas sobre la enfermedad del alzhéimer, a la que lleva dedicado largos años, tras sus estudios con Salvador Climent en Zaragoza y posteriores en Suiza y EEUU. Cerca de conseguir un marcador que detecte la predisposición a padecer esta enfermedad y a la elaboración de una posible vacuna.

Otro ilustre aragonés, Fernando Simón, vinculado a la Escuela del gran Gómez Lus, y experto epidemiólogo en el virus del ébola, expresó sus investigaciones y sereno criterio, que tranquilizaron a la sociedad y al mundo científico, (con la ayuda de la irrepetible Ana Mato, como ministra de Sanidad, y eficiente niña del PP), como con los priones Juan Badiola, otro profesor e investigador de aquí que hizo lo propio con la enfermedad de las vacas locas cuando la entonces ministra de sanidad del PP, Celia Villalobos, estuvo a punto de destruir el mercado de vacuno. Tema donde otro neurólogo aragonés, Antonio Oliveros, gran conocedor y autor sobre la enfermedad espongiforme del cerebro, ayudó a serenar el temor y el pánico poblacional.

Este estimulante recorrido por hechos y aportaciones de investigadores aragoneses y la Universidad de Zaragoza nos lleva a la tristeza de contemplar su difícil situación económica actual y su viabilidad.

Son la innovación y la génesis de conocimientos, los que crean bienestar y riqueza a los seres humanos, y al progreso de los países y las civilizaciones. Y es la universidad el lugar de confluencia. He citado unos ejemplos, pero el relato de mentes, grupos y hallazgos sería interminable. El horizonte del 2050, si se confirma, retrasará el bienestar y la riqueza por nuestro aislamiento.

Y si no se apoya a la ciencia y a la universidad, la alternativa al conocimiento es la ignorancia. ¿Merecemos nosotros y nuestros hijos vivir en una sociedad aislada de Occidente, y sumida en el retraso y la ignorancia? Conozco a nuestro rector, y Manuel López es ejemplo de universitario sereno, profundo y reflexivo, y si ha convulsionado a la sociedad aragonesa por el anuncio de acciones judiciales contra el Gobierno, la situación debe ser límite, penosa.

Creo y confío, que de sabios es rectificar, y entre las prioridades de Aragón, las comunicaciones con Francia, las vertebrales nuestras ,y la apuesta por la educación, formación, universidad e investigación serán asumidas por nuestros gobernantes. No se equivoque señora presidenta. Puede ser irreparable. Otras medidas han sido sabias en su Gobierno. Rectifique y lo agradeceremos todos. Catedrático jubilado de la Universidad de Zaragoza