Este 23 de Abril fue, en Aragón, el oportuno colofón a ocho años de estupefacción política, desgana gestora y falta de ideas. Tanto en la Tierra Noble como en el resto de España la figura de Miguel de Cervantes bastó para ocupar los escenarios y aportar un aliento literario y filosófico a dos actos institucionales: el celebrado en el Patio de los Naranjos de La Aljafería y el que tuvo lugar simultáneamente en el paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares. Aquí José Antonio Escudero, Premio Aragón 2015, leyó un párrafo de El Quijote meramente descriptivo; allá, Juan Goytisolo, Premio Cervantes, abrió la caja de los truenos como debe hacerlo un intelectual que se precie e imaginó al Caballero de la Triste Figura cargando contra los esbirros que proceden al desalojo de los desahuciados. Acabó el literato con un "digamos bien alto que podemos". Y el podemos sonó Podemos. Justo a esa hora, Rudi advertía de los riesgos que comporta la antipolítica. Allí presentes por vez primera en sus respectivas vidas, Echenique y Santisteve (primeros candidatos de Podemos-Aragón y Zaragoza en Común, respectivamente) alucinaban a la vista del espectáculo.

Esta vez, en la recepción de La Aljafería no cantaron romanzas baturras. Pobre consuelo a la vista de cuán polvorienta, acartonada y absurda resultó la cosa. Todos estábamos allí fuera de lugar: las jefas y los jefes, el resto de las autoridades civiles y militares, los invitados de honor, los numerosos alcaldes de los pueblos, los demás asistentes... y yo mismo, que me había trajeado para la ocasión y me malocultaba tras unas oscuras gafas de sol (si no llega a ser porque peino a lo Varoufakis y llevaba camisa blanca de cuello italiano, en vez de americano, y terno gris marengo, en vez de negro, hubiera parecido un blues brother y no el aburrido invitado a la boda de una prima lejana).

El Día de Aragón se ha desaragonizado. En los discursos se habla del Estatuto y de las instituciones de él emanadas, pero son evocados como una especie de arcanos elaborados en un pasado remoto: fríos, pétreos, indescifrables, alejados absolutamente del día a día de las gentes. Rudi y Biel pasaron a la carrera sobre la actual crisis y sobre la actualidad en general. Su objetivo era ante todo exorcizar la previsible llegada de los nuevos actores políticos a los que sin duda temen (sobre todo la presidenta, que este mayo se la juega). Por eso se aferran al institucionalismo y a la lógica histórica del Sistema. Y a ver si el personal traga.

Al fin, el coro (unas chicas y unos chicos guapos, sonrientes y refrescantes) entonó el surrealista himno oficial de Aragón, y los camareros llegaron con refrescos, vino y cerveza. Pero yo enseguida me fui a tomar vermut con mi peña. Menos mal que Goytisolo había salvado el día.