Si finalmente se decide por el 4-4-2 como sistema a través del cual tratar de escalar puestos en la clasificación, y así lo ensayó ayer de nuevo en el entrenamiento a puerta abierta en La Romareda, el equipo inicial de Raúl Agné sin lesionados ni sancionados, y a la espera de nuevas incorporaciones y por lo tanto de nuevas posibilidades, comenzará pronto a recitarse prácticamente de memoria. La portería (Irureta), la línea de cuatro defensas (Fran, Marcelo Silva, Cabrera y José Enrique), los dos mediocentros (Zapater y Ros), Cani y los dos puntas (Ángel y, por el momento, Dongou) tienen clara ventaja para ocupar diez de los once puestos de la formación titular. Quedaría solamente libre una camiseta en uno de los dos costados del ataque.

Si el entrenador insiste con esta disposición sobre el césped, la competencia por jugar al lado del capitán, Ros y Cani se va a multiplicar de modo exponencial. Ahora mismo, el Real Zaragoza tiene cinco futbolistas, más la carta por descubrir de Raí, en disposición de pelear por ese dorado semanal: Lanzarote, Xumetra, Edu García, Xiscu y Barrera, que aparece seriamente desplazado en sus opciones después de la primera parte de la temporada. Con el 4-4-2, jugar se encarece, más aún si firma Chuli, que también puede caer hacia la banda.

El silogismo suele funcionar. A más competencia, más rendimiento. La necesita el Zaragoza. Necesita que la zona de confort de los jugadores sea lo más reducida posible y que la titularidad esté mucho más amenazada.