Los partidos políticos iniciaron hace dos semanas la campaña electoral con la intención de afianzar a sus simpatizantes y de movilizar a los ciudadanos. No obstante, a la vista de lo que ha dado de sí este periodo de petición de voto que concluirá en apenas 48 horas, todavía hay un amplio número de indecisos. Probablemente tenga mucho que ver que en esta campaña haya habido más enfrentamiento dialéctico que grandes anuncios rimbombantes o transgresores, aunque los partidos emergentes hayan conseguido hacerse un hueco en los medios de comunicación por la relevancia adquirida en las encuestas previas. Al lógico enfrentamiento ideológico se han unido otros antagonismos, entre lo viejo y lo nuevo, entre corrupción de la política y su necesaria regeneración, entre la estabilidad y el miedo al cambio. Faltan apenas tres días para ver cómo estos fenómenos cambiantes se traducen en votos, y para comprobar si las heridas de la campaña no ponen en tela de juicio los pactos necesarios para la gobernabilidad de las instituciones, que es lo que siempre debe preservar cualquier proceso democrático que se precie.