En octubre próximo se cumplen 50 años del asesinato del Che Guevara al Sur de Bolivia. Supongo que a lo largo de los próximos meses aparecerán publicados bastantes artículos sobre dicho personaje, tanto en sentido positivo como negativo. Cuando era joven leí con apasionamiento el Diario del Che. Después, por motivos profesionales, he hablado con personas de Camiri y de Santa Cruz de la Sierra que conocieron de primera mano las vicisitudes por las que pasó el foco guerrillero y también he estudiado a fondo la práctica totalidad de lo que se ha publicado sobre esa experiencia guerrillera. A pesar de ello, no pretendo sentar cátedra, sino poner las bases para que otros expertos profundicen en el tema.

Después del fracaso que supuso ese foco guerrillero, surgieron teorías muy diferentes para explicar las causas del mismo, siendo la más difundida por los estudiosos castristas la de la traición. Si se admite esa interpretación, el problema radica en saber quien, o quienes, fueron los traidores y qué responsabilidad tuvo el gobierno cubano por omisión.

Si se lee el diario que el Che escribió durante los meses que duró ese movimiento guerrillero, se percibe rápidamente que ni él estaba preparado, ni tampoco los que le acompañaban y, sobre todo, se comprueba que no disponía de los recursos mínimos indispensables, tanto económicos como logísticos y políticos. Sin embargo, a pesar de esa evidente constancia ha habido autores que han afirmado que el foco guerrillero hubiera triunfado de no haber sido porque alguien lo traicionó. Curiosamente, los estudiosos que más han incidido en el tema de la traición han sido los investigadores castristas. Por otra parte, es bastante significativo que hayan cargado todas las culpas de la supuesta traición en Ciro Bustos (acaba de fallecer el pasado día uno en Suecia, donde se encontraba exiliado) y no en el filósofo francés Regis Debray, en los múltiples descuidos de la única mujer que participó directamente en el foco guerrillero (la argentina Tania), o en el papel jugado por el gobierno cubano.

Ciro Bustos era un joven artista argentino en quien el Che tenía puestas sus esperanzas para ser quien encauzara otro movimiento guerrillero, semejante al boliviano, en Argentina. Lo que no está claro es cuál era el papel de Regis Debray. Ambos personajes fueron detenidos y torturados por el ejército boliviano en abril de 1967 y, según la documentación disponible, parece que fue Debray quien informó del lugar exacto donde se encontraba el Che. Sin embargo, sorprendentemente, Regis Debray gozó de los favores de Fidel Castro después de haber pasado solo tres años en la cárcel, cosa que no sucedió en el caso de Ciro Bustos.

Otro dato inexplicable es que el castrismo, en ese afán de encontrar traidores para explicar el fracaso del movimiento guerrillero dirigido por el Che Guevara, jamás incluyera a la joven y bella Tania. Esta joven argentina, educada en la Alemania del Este, era amante de la fotografía y, por ello, fotografiaba la mayoría de las incursiones del grupo guerrillero. En uno de los viajes que hizo a Camiri para recoger provisiones, dejó su coche aparcado en una calle, lleno de fotos y de documentos comprometedores. Por desgracia, la policía militar boliviana abrió el auto y robó todos esos documentos. El destino hizo que muriera tiroteada, junto con otros guerrilleros de renombre, cuando estaba vadeando un río. Su cadáver reposa junto a los restos del Che en Cuba. Todos los estudiosos no castristas coinciden en afirmar que la pérdida de esos documentos fue decisiva para la policía militar boliviana, e incluso hay algunos que piensan que no los perdió por ser descuidada, sino de manera consciente.

También resulta extraño que los estudiosos castristas no hayan aludido al papel que tuvo Mario Monje (secretario general del partido comunista boliviano en 1967) en el fracaso de esa guerrilla. Este personaje nunca vio con buenos ojos que el Che Guevara iniciara ese foco guerrillero, argumentando que la revolución comunista en Bolivia tenía que ser hecha con la colaboración explícita de los mineros, en lugar de llevarla a cabo en las zonas rurales, donde el partido comunista no tenía ninguna implantación. En el diario del Che se evidencian claramente las discrepancias ideológicas y estratégicas de ambos líderes. Lo que el Che no sabía cuando lo escribió es que Mario Monje no daba un paso sin consultarlo antes con el propio Fidel Castro y con su grupo de colaboradores más íntimos. Los viajes de Mario Monje a La Habana han sido analizados por diversos investigadores externos al castrismo y suele haber coincidencia en que el propio Fidel no compartía la estrategia guerrillera del Che, lo cual explicaría que los recursos procedentes de Cuba llegaran siempre con mucho retraso y que jamás fueran los que pedía el Che. El propio Guevara se quejó en repetidas ocasiones de ese olvido y, como consecuencia de esos lamentos, logró que el partido comunista boliviano aprobara un documento en el que se comprometía a apoyar al movimiento guerrillero, siempre que el Che aceptara que la dirección recayera en el secretario general del PCB. Para intentar llegar a un acuerdo, el fin de año de 1966 Mario Monje viajó hasta el cuartel general guerrillero. Como era de esperar, en dicha reunión no se logró acuerdo alguno a pesar de que Mario Monje comunicó al Che que su planteamiento estaba apoyado por Fidel Castro.

*Catedrático jubilado, Universidad de Zaragoza