El acuerdo alcanzado en Ginebra el pasado jueves por la Unión Europea, EEUU, Rusia y Ucrania para neutralizar la tensión en este último país va rápidamente camino de convertirse en papel mojado. Los graves incidentes ocurridos el fin de semana en la ciudad insurgente oriental de Slaviansk, con cinco muertos, revelan la dificultad sobre el terreno de apaciguar el enfrentamiento entre unos rebeldes envalentonados por la anexión rusa de Crimea que han depositado su plena confianza en Moscú para quitarse de encima la autoridad de Kiev, y un Gobierno provisional de Ucrania con un campo de actuación limitadísimo --a menos que opte por un baño de sangre-- y que lleva además en su partida de nacimiento la mácula de algunas fuerzas claramente fascistas.

La reunión de Ginebra había llegado a un acuerdo básico, razonable y de forma muy rápida, para desactivar la crisis. Contempla el desarme de los grupos paramilitares, una amnistía para los rebeldes y el estudio de una reforma constitucional en el sentido de conceder autonomía a la región oriental rusófona. Este último punto ya había sido prometido por el primer ministro interino, Arseni Yatseniuk, en su viaje a la zona hace diez días. Los cuatro firmantes del acuerdo pusieron en manos de la OSCE la supervisión de lo pactado y ayer una misión de esta organización llegaba a la zona, pero solo para constatar el estallido de violencia y la negativa de los rebeldes a desarmarse y abandonar los edificios públicos ocupados.

VACÍO PELIGROSO

Una ausencia de poder en la zona oriental de Ucrania puede tener consecuencias desastrosas. Los recientes incidentes, para los que hay interpretaciones de todo tipo --incluida la del ajuste de cuentas entre bandas rivales--, ponen de manifiesto lo peligroso de este vacío. Pero no son solo los contendientes sobre el terreno quienes obstaculizan el acuerdo. Desde Moscú, tanto Vladimir Putin como su ministro de Exteriores, Serguéi Lavrov, han puesto en marcha la máquina propagandística a favor de los rebeldes. Al mismo tiempo, EEUU acordaba con Polonia reforzar su presencia en este país en el marco de la estrategia de la OTAN para contrarrestar las operaciones militares rusas en la frontera con Ucrania. La tinta que sirvió para firmar el acuerdo de Ginebra está todavía fresca, pero el papel ya es casi papel mojado.