Lo recordaremos como en tantas veces, otras tantas ocasiones para la celebración o la procura de algo para la cultura, la libertad, la vida. Emilio siempre andaba en esas bagatelas. Siempre ilusionado y siempre tratando de ser ilusionante. Sin decaimiento, como sabiendo que aquellas cosas nombradas no se regalan, y que hay que regarlas a menudo para que no se echen a perder tanto entre charlatanes, troleros y otros hacedores de relatos al cuadrado. Toda esta broza cunde como siempre ha cundido, y Emilio sonreía siempre cuando había ocasión de lamentar estas fealdades, no le desanimaban. Otros habrán compartido más ratos y más conversaciones con Emilio, seguro; yo casi hablo solo de momentos recordados en los que hemos coincidido a veces, desde hace tanto tiempo.

Pero ahora hablaré sobre todo del agua. Emilio era nadador, yo también. Los nadadores sin meta y sin agobio por llegar primero ni segundo, los que vivimos la piscina en sesiones de una hora nadando en paz, nos reconocemos como partes de una minúscula república peculiar y apacible. Con Emilio compartimos muchos entrenos en la piscina y conversas en el vestuario, tantas veces en los últimos diez o doce años, con él y con Carmen, que estará tan triste. Últimamente ya no venía, así que Luis, mi amigo, el otro nadador de la república leve que formamos me dio la noticia: Emilio está muy malico, y nos quedamos callados y pensando.

Nadaba mariposa con ochenta cumplidos. Nadaba mariposa igual que recitaba poesía. Alzaba los brazos en la piscina y veías a un cachalote sacando las aletas por encima del agua para zambullir la cabeza y los hombros y sumergirse hasta la siguiente brazada, en una mariposa lenta, perfecta, que se desenvolvía entre largos calderones . Lo veía y lo veía recitar el poema de Miguel Labordeta, como tantas veces: Puesto que el joven azul de la montaña ha muerto / es preciso partir...

Adiós Emilio, guardaremos un sitio en la calle de la piscina, y te recordaremos. Los primeros 50 mariposa que haga, mañana o pasado, te los brindo, amigo; allá donde quiera que hayas ido. Adiós, hombre bueno.

*Autor teatral