El homicidio del joven italiano Nicolò Ciatti a manos de tres personas en la discoteca St. Trop’ de Lloret de Mar, uno de los locales más emblemáticos de la Costa Brava, con más de 50 años de historia, y con dificultades económicas en la actualidad, ha devuelto la actualidad a un local que ya fue escenario de otros episodios violentos hace tiempo. Ahora, se ha clausurado por deficiencias en la seguridad por cuanto en el momento del suceso no había vigilantes sino controladores de acceso. El caso ha despertado inquietud por la violencia extrema de los autores del crimen, de origen checheno y con instrucción paramilitar. El ensañamiento con la víctima y la nula reacción de los asistentes a la pelea agravan la sensación de que en determinados lugares de ocio, y a causa de la aglomeración, del consumo de alcohol y drogas, y de actitudes chulescas, la probabilidad de una tragedia es creciente. Y plantea dudas. El juez ha decretado prisión para uno solo de los acusados, una circunstancia incomprensible vistas las imágenes. El desgraciado incidente activará las precauciones, pero lo cierto es que sucesos como el de Lloret pueden repetirse en cualquier momento. La mecha se enciende a menudo y a veces la situación deriva en drama. Más allá de las acciones policiales y judiciales, conviene replantearse el modelo de turismo y de diversión que desemboca en hechos tan fatales.

El aeropuerto de Zaragoza está haciendo unas cifras para volver a sus buenos tiempos. Las de julio de este año son las mejores con más de 50.000 pasajeros, un 11% de aumento respecto al año pasado, y un crecimiento de un 27%, manteniendo el tercer puesto de España en carga detrás de Barajas y El Prat. Sin duda es un éxito de la gestión de Aena que ha tenido claro que un modelo de aeropuertos centralizado, como es el español, obliga a cada instalación a la especialización y eso es lo que han hecho los gestores del aeropuerto de Garrapinillos con la carga. Nada que reprochar, pues, ni a Aena ni a los responsables del aeropuerto de Zaragoza, que ha encontrado su lugar en el mercado de acuerdo con la legislación aprobada por la mayoría del Congreso de los Diputados e impulsada por el Gobierno del PP, que optó por la privatización de Aena antes que por la segregación de los aeropuertos. Es una opción que, lógicamente tiene consecuencias como se ha visto estos días con la crisis de El Prat pero que en Zaragoza está funcionando bien. Y lo hace con los vuelos low cost y la política que se está insuflando desde el Gobierno aragonés, pero también gracias al buen hacer de los touroperadores, que han apostado claramente por los vuelos chárter en fechas señaladas y puentes festivos, que están dando vida al aeropuerto. Una oferta singular que hay que cuidar para competir en el mercado aéreo. Hay que seguir así.