Las proyecciones sobre la evolución de la población mundial que acaba de dar a conocer Naciones Unidas obligan a una reflexión no solo sobre los retos futuros de un planeta superpoblado, sino también a propósito del modelo de desarrollo actual que propiciará los problemas venideros. Los cálculos del organismo internacional arrojan cifras y conclusiones contundentes: la población mundial subirá de 7.300 millones a 8.500 en 15 años y 9.700 en el 2050. África se convertirá en el continente más joven del mundo debido a sus fuertes tasas de fertilidad. Nigeria contabilizará a mitad de siglo casi 400 millones de habitantes, por encima de los 389 millones previstos en EEUU. India será otro de los grandes protagonistas del giro demográfico y, dentro de siete años, superará a China como país más poblado del mundo.

El mapa de las zonas con creciente incremento demográfico se completa con países como Pakistán, República Democrática del Congo, Etiopía, Tanzania, Indonesia y Uganda. Es la geografía del mundo pobre, allá donde se cruzan las líneas rojas de la malnutrición, las desigualdades y la pobreza extrema con el vergonzoso olvido internacional. Los datos dibujan un futuro donde se agrandan las actuales desigualdades. No existen soluciones a corto plazo sino estrategias impulsadas desde el mundo rico para intentar redistribuir recursos y riquezas. No se trata de un problema de volumen de población, sino de desequilibrios de dimensión planetaria que amenazan el progreso, y hasta la supervivencia, de millones de personas.

Frente al tirón rejuvenecedor africano, Europa lleva camino de convertirse en el continente más viejo del mundo. También aquí es cuestión de modelo. Ha descendido la fecundidad en los países más desarrollados y, a la vez, ha aumentado la esperanza de vida por la reducción de la mortalidad. Las pirámides de edad se ensanchan en la cima con el envejecimiento de la población y los problemas que ello conlleva.

España es un ejemplo significativo de la tendencia envejecedora (y Aragón una de sus comunidades estrella). Con 46,1 millones de habitantes en la actualidad, según la ONU, la población caerá por debajo de los 40 millones en la segunda mitad del siglo. Cada vez menos personas deberán hacer frente a mayores gastos sociales. Son todas ellas proyecciones de futuro pero que exigen respuestas desde el presente.