Al fin, tras varios meses de zozobra, filtraciones interesadas, desmentidos y negociaciones en la sombra, Agapito Iglesias tiene un preacuerdo de venta de acciones del Real Zaragoza con el grupo de empresarios aragoneses liderados por Mariano Casasnovas. Cuál es el plan de dicho grupo para reflotar un equipo devaluado y hundido es algo que no está claro. Pero sí es indudable que la Sociedad Anónima Deportiva (SAD) es una herencia envenenada, un proyecto tan desnortado, descapitalizado y fuera de juego que devolverle su perdido prestigio parece un empeño casi imposible. Hará falta mucho dinero y mucha inteligencia.

UN COMUNICADO SURREALISTA

Agapito puso ayer el colofón a ocho años y diez días de dislates con un comunicado oficial surrealista en el que venía a culpar de la ruina del Zaragoza... a quienes durante este tiempo le han criticado y denunciado públicamente. La versión resulta grotesca, pero encaja a la perfección en el estilo de este empresario que en algún momento se creyó omnipotente gracias a sus contactos políticos y su osadía. Hace mucho tiempo que este personaje, hoy acosado por los tribunales de justicia, perdió el sentido de la realidad, o mejor: pretendió interpretar la realidad a su gusto y conveniencia. Por eso todavía intenta echar balones fuera y declinar toda responsabilidad en la ruina económica de la SAD (una deuda total acumulada superior a los 150 millones de euros) y en su desplome deportivo (mantenerse en Segunda ha sido esta temporada el único objetivo asumible).

Qué supone la venta en relación con el futuro inmediato es algo que no acaba de quedar claro. Se supone que los compradores aportarán de inmediato 8 millones para hacer frente a las obligaciones más perentorias del Zaragoza e impedir un descenso automático a Segunda B, que sería el colmo del desastre. Todo lo demás son especulaciones. Casasnovas, la figura visible del grupo comprador, no es un personaje intachable.

SUSPICACIA INEVITABLE

La retirada de Agapito ha producido en el zaragocismo más alivio que alegría. A fecha de hoy apenas queda nada que celebrar. Además, las sospechas siguen ahí. ¿Existe en esta operación alguna intención oculta, un nuevo truco de jugador marrullero?

Este culebrón aún no ha terminado.