La era de los rescates europeos llega a su fin. La Eurozona da por encauzada la gran crisis financiera que afectó a cinco países de la Unión -entre ellos España--, pero que marcó en el caso griego el riesgo de hacer saltar por los aires la moneda única. La tormenta ha amainado, pero ha dejado secuelas en las sociedades afectadas que están lejos de recobrar las condiciones económicas y de calidad de vida de antes de la crisis. Un caldo de cultivo que unido al auge de los populismos y la ultraderecha en diferentes países aprovechando la llegada masiva de inmigrantes amenaza la inestabilidad una zona que lo que menos necesita son nuevos sobresaltos sociales. Los presidentes Sánchez y Macron proponen crear centros cerrados para acoger inmigrantes que desembarquen en suelo europeo y tramitar su situación, una iniciativa para frenar la del presidente del Consejo Europeo que planteó plataformas extracomunitarias de desembarco. Italia, con un ministro de lnterior que propone hasta censar a los gitanos, ya ha mostrado su rechazo. Pero Macron también esgrime sanciones financieras para los que se nieguen a acoger refugiados. Al otro lado del charco, Trump -aunque recule—llegó a separar a los niños de sus padres inmigrantes. Las decisiones que surjan del Consejo Europeo, en cuya agenda está subrayado el conflicto migratorio, marcarán unas posiciones que encenderán un debate que no debería ocultar otros que pasan desapercibidos. Como que en España, por ejemplo, la cifra de millonarios ha crecido un 76% con la crisis.

*Periodista