El ministro de Educación, José Ignacio Wert, le echó humor al enjuiciar el recibimiento que tuvo en Zaragoza por los universitarios que le recordaron los recortes en su departamento y hasta por lo responsables del sindicato que le invitó al congreso y de los que también recibió críticas. Pero su ironía ante la adversidad no es algo que sume puntos para justificar su labor al frente de un departamento que ha decidido recortar en educación como si la inversión formativa fuera un despilfarro. La letanía de que los recortes fijados no le gustan, a pesar de tenerlos que hacer, y que serán excepcionales y temporales no cala en el colectivo escolar. Dejó caer que respetará la dispersión territorial en Aragón a la hora de implantar las medidas, "pero otra cosa es que los criterios de financiación se ponderen según ese criterio". En plata, que las cuentas salgan.