No será por haberse roto una pierna, pero quizá sí por una gripe. Irureta es duda para hoy. El jueves Agné realizó una encendida defensa de su portero. Lo cree más apropiado para el puesto que Ratón, que no hizo nada para que lo quitaran ni nada para continuar. Ese hecho, que Irureta sea indiscutible en el once, es signo definitivo de anormalidad, no tanto por el primer gol del Girona, en el que también está mal pero que llega producto de un fallo en cadena, sino por sus antecedentes en esta horrorosa primera vuelta.

Agné redujo a los medios el problema con Irureta. No tiene razón. Estamos ante una materia de consenso generalizado: de Xabi desconfía cualquier aficionado de La Romareda y recela también el propio Real Zaragoza. De acuerdo a sus aciertos y a sus errores, a una objetiva cuestión de rendimiento, el equipo tiene un serio problema bajo palos. La defensa de Agné a su pupilo es natural, estricto corporativismo y labor de entrenador. Más discutible es si vale la pena el camino elegido.

No lo fue de Milla ni lo es de Agné. El problema con Irureta es de quien lo fichó para ser principal. De Juliá. Un ruidoso error de planificación que bien haría el Zaragoza en solventar en este mercado contratando, a nada que pueda, un portero titular. Titular de verdad.